A propósito de los tiempos convulsos en que un día comercial y banal como el de San Valentín pasa casi desapercibido, hoy decidí hablar de amor y política. Pero no de escándalos sino de hechos.

La "Política Sexual" de Kate Millet

Han pasado más de 50 años desde que Kate Millet publicó Política Sexual en 1970, cuando sembró en nuestras diferencias íntimas la radicalidad, rompiendo la esfera de lo doméstico-privado para señalar que lo personal es político y que "El amor ha sido el opio de las mujeres como la religión de las masas” pues “Mientras nosotras amábamos, ellos gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos."

Kate Millet

El amor en los tiempos de política

Pero ¿qué tal si se acerca el tiempo en el que el amor es el motor de las mujeres? No para subyugarnos al amor romántico ni a la explotación gratuita disfrazada de crianza y hogar. Sino para tejer empatía con las otras: con las que piden justicia y buscan a las hijas desaparecidas; las que arriesgan su integridad por combatir la impunidad.

Es curioso que los hombres de poder han tejido un sistema basado en el odio: odian primero a la madre, por ello normalizan la explotación y le llaman “natural”; odian a las niñas y por ello las hipersexualizan consumiendo pornografía de mujeres infantilizadas, pero celando a sus hijas; odian a los pobres y por ello los invisibilizan asignándole al fuerte las mayores probabilidades de sobrevivir; odian su propio sistema, se odian entre sí y se odian a sí mismos pues le permiten a sus hijos hacer con las hijas de otros aquello que a las suyas les prohiben.

La lucha por la justicia 

Diariamente encuentro mujeres que, desde el amor, hacen sus vidas sin hombres: en Sonora, toman la pala y el pico para encontrar a sus hijas e intentar salvarlas de la incompetencia gubernamental; en Oaxaca, se juntan para mantener en la memoria que hubo pactos entre Carrizales y el gobierno para simular detenciones sin justicia a la saxofonista sobreviviente de un ataque con ácido perpetrado por el priísta; en el Estado de México, las Tlahuelpuchis se comunican para movilizarse juntas en su día con día cargando inmovilizadores, navajas, tasers, celulares y lo que sirva para la autodefensa; Claudia Sheinbaum lanza videos pidiendo utilizar cubrebocas sin reprimir ni golpear a los necios fiesteros que saturan los servicios de salud pública con sus imprudencias pandémicas de buenos “covidiotas” (aunque a veces calle cuando su voz hace falta).

El inédito momento que se vive este lunes durante la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador será inédito: las mujeres que más aman a las otras mujeres realizarán el performance “Un violador en tu camino” ante la complicidad que ha guardado para apoyar a Félix Salgado Macedonio.

“Un violador en tu camino”

No le va a gustar lo que escuchará: prácticamente, las feministas le dirán que es un violador. Lo harán señalándolo bajo la pacífica entonación y el contoneo de “y la culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía”… “El violador eres tú”. No le va a gustar porque sabe que esas 20 o 30 mujeres son autónomas, a diferencia de las 200 acarreadas que serán movilizadas desde Guerrero en pleno abuso de su necesidad.

Habrán investigado ya que nadie les paga y que su única militancia es la feminista. No podrá señalarlas por corruptas pues nunca han gobernado, algunas de ellas apenas y alcanzan la mayoría de edad. No podrá recriminarles qué hacían durante los gobiernos neoliberales porque varias no habían nacido y otras eran unas niñas. Tampoco podrá sostener que Basilia, la víctima que nunca logró acceder a la justicia, pensó en arruinar a Morena hace más de 20 años, cuando el Movimiento todavía no nacía. No podrá construir odio aunque ellas intenten quemar las puertas, pues el odio está más que construido: 11 mujeres son víctimas de feminicidio cada día y 8 de abuso sexual cada hora.

Un gobierno que se permite a sí mismo ignorar la impunidad producto de la corrupción que lo hizo ocupar el poder es el mejor ejemplo de que el Estado opresor es un macho violador.

¿Qué podrá hacer? Lo único sensato que un Jefe de Estado y líder moral de un partido podría: reconocer que para moralizar la vida pública no puede permitir siquiera que un personaje acusado por 5 mujeres de violación acceda a una candidatura. No sin una investigación. Cierto: no hay sentencia que lo señale como culpable pero tampoco pronunciamiento que lo absuelva como inocente.

He visto a las mujeres sanar en plena furia, por paradójico que suene, porque la cura dejó de ser el sistema... La cura fue la unión desde la hermandad y así claro que puede quemarse todo: la matria es primero.