Dice Jorge Medina Viedas, en su columna de Milenio “Los indignados de Santa Fe”, que “buscar que estos estudiantes (los de la Ibero y otros que ahora protestan por asuntos electorales) jueguen el papel de ‘los indignados’ en plena campaña no tiene nada de ingenuidad”.

 

Le llama la atención al señor Medina Viedas que la primera salida a la calles de nuestros “indignados” no fue para reclamar, en Acapulco, contra los banqueros reunidos en ese centro turístico.

 

¿Por qué contra los banqueros? Porque en otros países los jóvenes que han salido a protestar lo han hecho contra los que verdaderamente mandan, los hombres y mujeres que controlan la banca, que son los que, por ambiciosos, provocaron la actual crisis económica que tanto ha golpeado a Europa.

 

Quizá nuestros jóvenes de universidades privadas (no los critico por eso, yo estudié en una, el Tecnológico de Monterrey) han dejado en paz a los banqueros porque saben que son altas sus posibilidades de trabajar para ellos en cuanto terminen sus estudios, que en el caso de muchos de estos “indignados” tendrán una segunda parte en programas de posgrado en universidades, muy caras, europeas y estadounidenses.

 

Es lógico, para Medina Viedas, que la primera protesta de nuestros indignados fuera contra Televisa (la segunda fue contra Peña Nieto) y no contra los que controlan el sistema bancario: “allá en la bahía sus compañeros egresados los representaron dignamente: le aplaudieron rabiosamente a Josefina Vázquez Mota”.

 

Sí, los banqueros, en Acapulco, recibieron a los candidatos presidenciales y trataron mucho mejor a la abanderada del partido en el gobierno que a Andrés Manuel López Obrador y a Enrique Peña Nieto.

 

Se entiende que a los banqueros les guste la candidata del PAN. Nunca habían ganado tanto como en dos sexenios panistas, el de Vicente Fox y el de Felipe Calderón.

 

Es comprensible que los “indignados” de España protesten contra los bancos porque son jóvenes que ni estudian ni tienen empleo, ni egresaron de costosas universidades privadas ni, tampoco, tienen un padre o una madre capaz de pagarles cursos de posgrado, todavía más caros, en su propia nación o en el extranjero.

 

Esos jóvenes están indignados por lo que les pasó. A ellos y a casi todos en España y en otros países de Europa los estafó el sistema financiero. Los dueños del dinero los convencieron de colocar sus ahorros en la bolsa de valores, y los perdieron. Les vendieron en abonos casas y coches, y ya no los pueden pagar. Ya vivían mal esos muchachos cuando eran mileuristas (cuando ganaban mil euros al mes), ahora, si milagrosamente encuentran empleo, reciben mucho menos.

 

Se entiende que a nuestros “indignados” de la Ibero, el Itam, el Tec de Monterrey, etc. no les interese protestar contra la banca y sus abusos: el problema de muchos de ellos no es económico; si lo fuera, no estudiarían en universidades privadas.

 

En México, el año pasado tuvimos a nuestros “indignados” protestando contra el sistema financiero afuera de la Bolsa Mexicana de Valores. Nadie los peló. No fueron noticia. Su protesta no era electorera y, excepto la solidaridad de muy pocos, no recibieron ningún apoyo.

 

De modo que, dice Medina Viedas, nadie se llame a engaño: “Los ‘indignados’ del ITAM, la Ibero o el Tec no tienen razón de molestarse por lo que se les dice: acarreados por una estrategia electoral”.

 

Jorge Medina Viedas concluye dando a entender que si eso indigna todavía más a los “indignados”, que se indignen: “¡Indignaros, pues!”.

 

A mí me da pena que esos y otros mexicanos, que seguramente actúan de buena fe, no se den cuenta de que son utilizados por políticos profesionales obsesionados con la idea de avanzar en las encuestas.