Salimos a marchar mientras miles aceptaban tarjetas de prepago Soriana. Iniciamos un movimiento estudiantil a la par que millones de mexicanos veían Televisa y aplaudían los contenidos llenos de distractores. Exigimos la transmisión de un debate y recibimos, a cambio, la sugerencia de ver un partido de futbol. Demostramos que antes, durante y después de las elecciones las irregularidades eran demasiadas, fuimos ignorados bajo la cortina de humo de “Están ardidos porque su candidato no ganó”, limitando toda la lucha democrática a la imposición de un personaje, ya de la izquierda, ya de la derecha. De nuevo, los medios nos tacharon de fanáticos.  

Carmen Aristegui resultó censurada por cuestionar lo evidente: hay preguntas que duelen y preguntar la verdad, de una forma perfecta, a veces resulta incómodo para quien debe responder. Control oficial por la vía mediática. Pedro Ferriz fue limitado por dar su opinión, por llamar ignorante y amigo de ladrones a Peña Nieto. La magia de la televisión, de la mass media, hizo su efecto, dejando sin poder a las personas que deben tenerlo porque informan con sinceridad.

Dice Bataille que “el consumo es el medio por el que se comunican los seres separados”. México, desgarrado por un clima de violencia que no pidió, una crisis económica perpetuada y un sistema educativo en manos de las mafias (últimamente he visitado los Estados de Tamaulipas y San Luis Potosí para darme cuenta de esta realidad) tiende a consumir el peor de los productos: el producto de la supuesta paz.

El envase, con forma de Peña Nieto, implica falso equilibrio económico, supuesto trato con los narcos y supuesto desarrollo social. No se menciona el alto costo que pueda tener o de verdad ¿Usted cree que el narco va a quedar satisfecho con una “tregua”?, ¿la economía, que mundialmente se está quebrando, va a ser solucionada con la corrupción del PRI?, ¿qué Elba Esther abrirá una primaria rural y dedicará sus últimos años a la alfabetización estilo Vasconcelos? No seamos ingenuos, Peña Nieto es un peligro para nuestro presente y para el futuro. Resarcir el daño que los gobiernos priistas y panistas han hecho será labor que puede llevarnos a otra revolución.

Habrá que agradecer a los medios, a su maldita influencia sobre la decisión del voto. A la clase política y empresarial que disfruta con la explotación de su pueblo, de su propia gente. Han comprado el peor de los productos, caro, chafa e ignorante.