La coprofilia es uno de los pecados del periodismo, así, sin más, o aún con más detalle describió el Papa Francisco las faltas al menor sentido de la ética por parte del periodismo actual y no sin razón, además del actuar provocativo, prepotente y altanero del periodista México-estadounidense Jorge Ramos en la conferencia matutina del viernes pasado, se vio también como uno de esos ladrones coprófilos, que después de entrar a alguna casa o establecimiento a robar, dejan su recuerdito haciendo sus necesidades fisiológicas más inmundas en el sitio ya de por sí, ultrajado.

Y es que el Señor Ramos, además de haber entrado al salón tesorería de Palacio Nacional, según testigos sin siquiera hacer la requerida fila, cometió (consta en videos) la grosería de ponerse de pie y largarse, cuando el Secretario de Seguridad Ciudadana Alfonso Durazo Montaño apenas comenzaba a explicar parte de la incipiente estrategia anti-crimen por parte del actual gobierno federal, y también las causas de eventuales desfases entre la información disponible en un momento dado y la ya dada al corte final de cada mes.

En pocas palabras, y sintetizándolo como lo hizo el Pontífice en su entrevista dedicada al periodismo de nuestros días: "Jorge Ramos, llego, hizo daño, se cagó y se fue". No es ninguna casualidad el que esté circulando un video promocional del Diario Reforma, estelarizado por el mismo Jorge Ramos, donde invita, sin más, a los jóvenes y a todos los lectores a comprar, leer y seguir el citado diario; también hay una entrevista, realizada de forma espontánea, el mismo viernes antes de la conferencia presidencial, donde da a entender que la función del periodismo es estar en contra de TODO lo que emane del poder público, que hasta donde se entiende, esa postura dista mucho de la mínima objetividad requerida en la profesión.

El show no le salió a Ramos conforme lo que él llevaba presupuestado, que era el script, que lo sacaran a puntapiés del salón, o alguna exasperación del presidente López Obrador, o de plano, algún conflicto diplomático con los Estados Unidos, al pretender arrancarle al presidente, amarrando navajas,  alguna respuesta que encendiera los ánimos de su homólogo del norte, Donald Trump; lejos de todo eso, se le dio la palabra, se le concedieron varias preguntas, y lo que a ninguno de los reporteros que a diario madrugan y pican piedra, solicitando preguntas, se le ha concedido: subir al estrado y alternar micrófono con el mismísimo Presidente de la República. Así que, su cuento de que en México "está coartada la libertad de expresión", se fue por el caño también.

La oposición neoconservadora, parapetada en algunos pocos medios (Reforma) está perdida, a la deriva y sin fuerza ni rumbo, de plano apuestan ya al naufragio del país, la cosa es que por más que intentan, las cosas les salen al revés. Preocupante es que lleguen, en su desesperación y ardor, a algo más grave, el que alguien le pretenda hacer daño al presidente despertaría ahora sí al tigre dormido. Si en 1994- 95 los demonios y la crisis se soltaron por problemas en la cúpula y permearon al resto de la estructura social, aquí sería al contrario, la lastimada ciudadanía mexicana, ya lo suficientemente politizada e informada podría estallar en ira; el Pueblo mismo podría llegar a su límite de resistencia, entonces el gran problema se originaría de las bases a la punta de la pirámide económica-político-social, saliéndose de los cauces democráticos, y ahí sí, créanme algo: todos perderíamos.