En defensa del ciudadano

He visto o leído que muchos defensores a ultranza del INE cuentan con un recurso al que acuden frecuentemente: echar por delante a todos los ciudadanos que participaron en las elecciones y particularmente los miles de ciudadanos que fueron funcionarios de casilla. Entonces, decir que hubo fraude, en cualquiera de sus modalidades, que son muy amplias, para la fe y las creencias de estos defensores, sería una afrenta para todos esos ciudadanos que participamos, me incluyo, en la organización de las elecciones o ejercieron su voto. Que ellos cuentan muy bien lo dijo el consejero Ciro Murayama ayer. Hay que aclarar al respecto, que los fraudes que se acusan nunca suceden en las casillas. Yo he sido representante de casilla casi en todas las elecciones desde 1979. Y les aseguro que nunca he tenido nada que reprocharles a todos estos ciudadanos que cumplieron con derechos y obligaciones tan importantes. El fraude está en otra parte, aquí una clasificación en tres momentos: el fraude previo y durante la jornada electoral mediante los mecanismos de compra y coacción. El segundo durante el conteo al interior del INE, los PREP que fallan, las boletas sin doblar, la alteración de las actas. El fraude cibernético que sería el fraude que se estrenó en 2006 pero que exige de toda una labor para borrar y no dejar huellas del delito. Aquí las juntas distritales tienen mucho que ver. Y finalmente el fraude a la ley, como editorializó Miguel Angel Granados Chapa el libro Hablan las actas de José Antonio Crespo. Es decir, la omisión a la ley, como buena reina del delito que impide y obstaculiza la revisión de la elección a través de la apertura de los paquetes electorales. Lo que Crespo demostró en su libro fue que en 2006 el Tribunal que calificó la elección debió haber abierto más del 50 por ciento de los paquetes por las irregularidades meramente aritméticas que tenían las actas. Y no se hizo. Como vemos, los ciudadanos que participamos nada tenemos que ver.

 

Reivindicar las encuestas

En este país nos están haciendo mucho daño las acusaciones generalizantes y condenatorias. Como esas que dicen que todas las encuestas fallaron, que las empresas se venden y hacen encuestas a modo. Yo evito hacer eso porque creo que si bien puede ser la regla, siempre hay excepciones honrosas. Porque veo que este trabajo puede hacerse de manera profesional y científica. Si se hacen así las encuestas pueden servir para valorar una elección y en su caso detectar la existencia del fraude. Podrían ser una evidencia de que se han manipulado los resultados y actuar en consecuencia para combatir estos delitos. Por ello, tanto a la autoridad como a los partidos, pero sobre todo a los ciudadanos y organizaciones que luchan por combatir la corrupción y el delito electoral debería interesarles que se hicieran bien las encuestas.

Las instituciones no son autónomas

A propósito de las boletas sin doblar, las caídas del PREP, la alteración de actas, hay que decir que el INE está coptado por los partidos políticos, por el PRI, muchas instituciones están coptadas y copadas por la clase política. En las vocalías y juntas distritales se hace eso, se meten boletas sin doblar, se alteran las actas y los resultados de muchas maneras. Quiénes trabajan ahí son parte de la mafia. Lorenzo Córdova quiso cambiar la estructura del IFE y no pudo. Todo se quedó en el fiscal. La mayoría de los funcionarios no han cambiado desde Ugalde. Los consejeros son rehenes de los partidos, cinco son del PRI. Las variantes del fraude son muy amplias. Y el 2018 ya es.