He permanecido bastante callada durante la pandemia observando con atención lo que va sucediendo. La mayoría de mis seres queridos me han quitado el habla por apoyar al presidente actual. Me han cortado y vetado fuera de sus pantallitas, no obstante, aseguran me quieren igual, pero no pueden ya relacionarse con quien considere a nuestro presidente AMLO como la esperanza de México, como uno de los líderes actuales más importantes y admirados del mundo. Esto les parece inaceptable e intolerable por lo que ya no pueden verme más.

Me pregunto cuánto tiempo tardarán en reconocer el trabajo responsable, vigoroso e inteligente para sacar adelante a nuestro dilapidado país. Una labor titánica, ardua, sin tregua, que no se entiende tal vitalidad del presidente, pero sé que lo inspiramos nosotros, la gente. Es el suyo un comportamiento sin precedente, que a base de comprobar su validez ha ido jalando poco a poco a la IP trabajadora y honesta para llevar a cabo, a su lado y juntos de la mano, la transformación nacional. La neta es que ya se acabó la robadera, los jugosos negocios a costa de los bienes que pertenecen al progreso del pueblo.

La multitud de ideas e implementaciones a favor del bienestar nacional en momento de profunda crisis ha ocasionado un gran impacto; la solidaridad, la fraternidad hacia las demás naciones, el compromiso de la restauración de valores, de rescatar la dignidad sobre el territorio para protegernos, para proteger la producción nacional, para poder dar a todos comenzando con los que más lo necesitan.

Medito en el hecho que los últimos veinte años de activismo personal practicado mayormente en el anonimato, no les afectó entonces. Fue siempre objeto de burla con segura garantía de no suceder tal anhelo, por supuesto que no, no habría modo. No deseaban ningún cambio, sino seguir viviendo con armonía dentro de su capela practicando con libertad francas corruptelas, tráfico de influencias derivando en canonjías, en riqueza personal, en “logros” que han sido considerados motivo de gran admiración dentro de ese exclusivo minoritario sector de la sociedad en que se mueve la vulgar codicia aspiracional expuesta en este gremio.

Pero cuando no quedó otra a tal sistema podrido más que aceptar la amenazadora vorágine social de la legalidad electoral, llegando finalmente la auténtica democracia, la posibilidad del cambio verdadero para nuestro México, se desquiciaron, se volvieron locos, se tornaron en entes deformados por el odio irracional, como hienas al acecho de cualquier calumnia o denostación para golpear e intentar noquear a como dé lugar al gran movimiento de transformación nacional que estamos experimentando, cuyos frutos ya México comienza a cosechar.

Ni hablar, ignoro si la censura a mi persona continuará, me entristece que familia y amistades de la vida se hayan alejado, me hayan vetado, pero a la vez me siento en paz por ser estas desatadas pasiones parte intrínseca de la macro micro transformación de la vida pública nacional, que al final redituará igualmente para su bien y el de los suyos, quienes han permanecido por décadas confundidos por el retorcido mal ejemplo e inmiscuidos en el consumo rapaz, un tóxico sueño del que estoy segura habrán de despertar. Pero contra viento y marea el buen ejemplo de nuestro primer líder demócrata mexicano permeará hacia abajo con la mayor autoridad puesta al servicio del pueblo, avocada a lograr el anhelado Estado de Derecho y la justicia que vaya disminuyendo la vergonzosa desigualdad social que hemos padecido, y ese magnánimo esfuerzo es algo que todo hombre o mujer de bien, agradecemos infinitamente. Que viva la 4T.