Pasan los años, el tiempo transcurre y ante la complacencia e indiferencia de la gran mayoría de la sociedad, los políticos siguen con sus tonos, con sus palabras, con sus formas, esas que tan acostumbrados nos tienen y tan hartos nos desesperan, no lo suficiente para estallar, solo un pequeño grupo sale solo a manifestar.

Me importa la política porque si así, importándonos, no les importamos, qué sería de ellos, de nosotros al seguir por el camino de la inobservancia complaciente, la tolerancia cómplice de los actos circenses de los políticos, del abuso constante y tolerado por los que podríamos hacer algo en ayuda de los que no pueden hacer nada, de aquellos por los cuales subsisten políticos y autoridades que abusan de la necesidad del más necesitado y a quienes seducen con las mieles del engaño.

Es imposible ocultar el hartazgo social existente, también es difícil no observar que la falta de encauzamiento para este hartazgo es lo que hasta hoy ha hecho la diferencia, ellos siguen gobernando, manipulando y viviendo en la sobriedad de una borrachera corrupta e impune ante los ojos complacientes de cada uno de nosotros, sí, de nosotros los hartos que aún no hacemos nada.

 

Demos un giro, se ocupa una política diferente, alejada de las tortas, de las falsas promesas, de palabras incumplidas, de abusos permanentes y enriquecimientos inexplicables, urge el interés común para un bien general y alejarnos del interés individualista que lleva implícito el único fin del bien propio por encima y a pesar de todo, dejemos de dar este ejemplo, al parecer eterno, del “no pasa nada”, debe ya, sin demora ni tardanza, empezar a suceder algo, la corrupción en política, en los gobiernos no deben  quedar impunes ni ser monedas de cambio, urge despertar, cumplir con nuestras obligaciones para exigir a voz combatiente nuestros derechos.

Seamos en unión, en intercambio de ideas, un grupo que nazca y permanezca por la unidad de un pensamiento que pueda llevarnos a mejorar un poco de todo lo que han desmejorado las autoridades, no nos dejemos engañar más por falsas ayudas, por falsos proyectos de mejora cuando el sentido común nos indica que las prioridades, si no llevan implícitos aplausos, las prioridades de nuestras autoridades no son tales.

Evitemos callar y voltear a otro lado acrecentando con ello nuestra comodina indiferencia, no concedamos pues, por la vía del valemadrismo, la tolerancia, la aceptación social del abuso, del engaño, no más poder para aquellos que nos dan la mano con una sonrisa cuando no están, y cuando llegan no tienen dejo de humildad, entendamos que la corrupción nos mata y la impunidad nos sepulta.

La esperanza de los desesperanzados debe ser la fuerza de los que aun con esperanza hacen todo por luchar para dejar una esperanza mayor para aquellos que vienen en camino con la esperanza de un mundo mejor.

 

Luis Oscar.

@Raczoblue