El periodismo en México y en varios países del mundo es una profesión de alto riesgo que implica hasta la pérdida de la vida misma. Es doloroso ver cómo cada año las cifras por asesinatos en el medio periodístico y de la información aumentan sin una acción concreta por parte del gobierno ya sea en el ámbito federal, estatal o municipal.

El periodista y escritor Rafael Loret de Mola hace un día lanzó un comunicado en video en las redes sociales donde señala, que en caso de sucederle algo a él o a su hijo el responsable sería el presidente Andrés Manuel López Obrador. Es una acusación seria, pues señala que ni en épocas pasadas el ejercicio de su profesión se vio tan amenazada como en la época actual, cosa que no es nada descabellado pues en tan solo poco más de 100 días de gobierno de AMLO se han asesinado a siete periodistas y el gobierno ni se inmuta.

El periodismo es hasta el momento el único contrapeso existente ante el avasallador poder del gobierno federal que controla al menos veinte congresos locales, la cámara de diputados y senadores, así como cinco gubernaturas y al menos 335 municipios.

Rafael Loret de Mola de manera indirecta deja en manos de la sociedad que proteja al periodismo no militante (no afín a Morena y al presidente) pues corre el riesgo de ser aniquilado y quedarnos con el dañino y sesgado periodismo afín al morenismo que le rinde pleitesía al presidente y a los gobiernos emanados de ese partido. Corremos el riesgo de quedarnos con un periodismo mocho, un periodismo que en nada abona a la información fidedigna sino a lo que los poderes fácticos o no, quieren comunicar.

México es el país más inseguro para ejercer el periodismo y la comunicación a la par de países en guerra o países totalitarios. Esta profesión es de alto riesgo sin duda alguna. Aun desde antes que AMLO y Morena llegaran al poder, un grupo bastante amplio y organizado se dedicaron y se dedican ahora con más fuerza a hostigar, fustigar y atacar a todo comunicólogo o medio que publique las pifias o errores que comete López Obrador. Se organizan en las redes sociales y son capaces de hacer gran daño a quien deciden atacar.

Lo más lamentable es que Andrés Manuel no tiene empacho alguno en golpear a los medios dividiéndolos y calificándolos de medios fifís, vendidos, conservadores, de derecha, etc. Siendo todos estos curiosamente aquellos que no se le han hincado al presidente. Durante toda su vida AMLO se ha dedicado a atacar a cualquiera que se atreva a señalarlo, a ponerlo en descubierto.

Los medios de comunicación lucharon durante décadas del Priato por la libertad de expresión, esto se logró a partir del gobierno del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León que permitió la transición hacia una democracia nunca antes vivida en México. Se abrieron nuevas cadenas de radio y se vendió el canal del Estado Imevisión para convertirse en Canal 13. También nacieron por aquellas épocas revistas y periódicos locales, estatales y nacionales.

Esto continuó en el sexenio del cambio de partido y de gobierno con Vicente Fox y luego Felipe Calderón. Con Enrique Peña Nieto se dio un retroceso cancelándose algunos programas de televisión y censurando a algunos periodistas.

Esto es muy sencillo, si un gobierno o gobernante está haciendo las cosas bien, sin corrupción, sin irregularidades, sin nada que ocultar no tiene la necesidad de señalar y atacar comunicólogos o cadenas de medios de comunicación. Si en cambio hace todo lo contrario y le echa todo el poder del estado al o los medios que sacan la corrupción a la luz, estamos ante un golpe del estado a la libertad de expresión y de información.

Esperemos que el mensaje de Rafael Loret de Mola ponga freno a los ataques del gobierno hacia los medios de comunicación y también los proteja para que puedan ejercer su profesión sin el temor de ser víctima de un atentado o peor aún, perder la vida misma o la de un ser querido como ya ha sucedido en otras ocasiones.