El día de hoy se verificará el primer debate presidencial en la actual campaña de los EUA. En mi opinión, y pese a que Hillary Clinton tiene más posibilidades de ganar este debate, ya empezó a cometer errores que la ponen como perdedora provisional del debate y por anticipado. Me explico a continuación.

Como he dicho antes en varios artículos, los debates electorales en realidad no son debates. El formato de esos eventos no permite deliberar sobre la verdad de los "argumentos" que esgrimen los contendientes, de tal forma que siempre nos quedamos con un certamen de declamaciones persuasivas. Aquí no gana el que exprese aquello que se aproxime más a la verdad, sino el que logre tejer el discurso más persuasivo, y donde la materia prima de la verborrea son las falacias y las mejores y más bellas intenciones. Nada ahí llega al nivel del convencimiento sobre el auditorio, todo se queda en la simple persuasión del auditorio. Sin embargo, el formato aparente de los debates - un concurso de declamaciones que pasa por debate - indica que la mejor estrategia para confrontar exitosamente este tipo de sucesos estriba en acudir a las expresiones que parezcan muy "razonables" y "doctas", sin importar si realmente lo son, y sobre todo a la actitud de respetabilidad política que ha establecido la clase dirigente de aquel país con sus prejuicios en el tema.   

Es claro que Hillary Clinton tiene más posibilidades de ganar este debate que Donald. De entrada, Hillary tiene buen expertise en estos trances y Donald no lo tiene. Los debates de las primarias no le bastan a Donald para hacerse con expertise en esta materia y por mucho que se allegue de buenos advisers. Luego, el estilo discursivo de Hillary es más técnico y sobre todo muy conforme a la noción de respetabilidad política. Eso hace su discurso mucho más afín al formato del debate. Por el contrario, el estilo de discurso de Donald tiene poco o nada de técnico, hace mucho acopio de conceptos simples, vulgares - ordinarios - y muy inteligibles para todos, y ha roto por completo con la noción de respetabilidad política para apelar en directo a la sinceridad más corrosiva y a la incorrección. Y por supuesto que esta técnica discursiva de Donald es como agua para el viscoso aceite de los debates.

Por descontado que los adherentes convencidos de cada participante ya tienen por ganador del debate a su candidato desde este momento. Aquí no hace falta esperar al evento. Pero de alta probabilidad que Hillary Clinton ganará el debate en opinión de la mayoría de los expertos y opinadores de los medios porque, además de estar con ella por exigencias que atañen a intereses de clase o grupo social especial, el discurso de ella es el que cumple con sus exigencias técnicas y de doctrina. Y es muy posible que esta ola de opinión favorable de los expertos y opinadores termine por persuadir a una buena cantidad de ciudadanos ordinarios en el sentido de que Hillary ganó el debate por el solo influjo de la falacia de la autoridad: si lo dijo fulano de tal, que sabe de esto, entonces es cierto - la magia de la habladuría -. En suma, pues, todo indica que Hillary Clinton tiene más probabilidades de ganar el debate.

Algunos analistas de EUA se han dado a decir que la mejor estrategia de Hillary para este debate es asumir una postura ofensiva para exhibir las verdades de Donald Trump. Tonterías, yo creo que eso sería un suicidio para Hillary por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque en el apartado de los escándalos ella y su marido son los campeones indiscutibles de la política norteamericana, y tal vez de toda la historia política norteamericana. En efecto, Hillary tiene una lista muy larga de asuntos que comprometen su integridad moral y su veracidad; tan larga la lista, que si nos pusiéramos a escribir sobre cada uno de esos asuntos a detalle tal vez completaríamos una pequeña biblioteca sobre el tema. En segundo lugar, porque hacer eso es meterse precisamente en un terreno discursivo que se le aviene de mil maravillas a Donald: la disputa muy trufada de sátiras e ironías corrosivas. De cierto que si Hillary se mete a ese terreno contra Donald tiene todas las de perder.

Pero hay algo más delicado que indica la conveniencia de que Hillary evite las disputas verbales en este debate, y que merece tratamiento aparte. Sabemos que la señora tiene problemas de salud en estos tiempos. Parece que la cuestión es más grave de lo que se dice. Hasta ahora, y al parecer debido a esos problemas de salud, la señora ha tenido muy poca actividad de campaña y no está más de 10 ó 15 minutos hablando cuando ocasionalmente aparece en público. Es por esto que hay dudas en torno a si ella podría aguantar la exigencia física de un debate de 90 minutos, de pie y sin descansos. Si todo esto es cierto, creo que no le convendría convertir ese debate en una franca disputa verbal porque los resultados podrían ser lamentables para ella. Los conatos de fuerza son muy desgastantes.  

Así pues, y al contrario de lo que dicen esos analistas que van por la ruta de la ofensiva, creo que lo que más le conviene a Hillary es atender al debate enfocándose en usar un discurso con aire muy docto que pueda impresionar a los ordinarios a través de la falacia de la autoridad, adoptando la actitud de la respetabilidad aristocrática, y evadiendo cualquier disputa con Donald. Desde luego que esto no se le dificulta porque es más o menos su estilo de discurso. Pero lo más importante es que ella sería muy bien soportada en esta estrategia por los expertos y opinadores de la falsimedia. Con esto ella le estaría dando a ellos lo que necesitan para armar sus apologías clintonianas y sus diatribas trumpianas.

Desgraciadamente, el staff de Hilaria ya está dando trazas desde el sábado en torno a que están optando por la disputa con Donald, por el camino del suicidio. Digo esto porque el sábado en la tarde Mark Cuban, el dueño de los Mavericks y adherente de Hillary, anunció que iría al debate como invitado de Hillary, en asiento de primera fila, y exclusivamente para hacer algo que ya agarró como oficio en esta campaña: trolear a Donald. El problema es que esta torpeza ya decantó una serie de problemas para Hillary. De entrada, Donald, siendo más maldoso que todos ellos juntos, les respondió con algo letal en Twitter: Entonces yo invitaré a Gennifer Flowers para que esté en primera fila del debate y a un lado de Mark Cuban. Gennifer es una exmodelo que fue amante de Bill por 12 años - amasiato aceptado públicamente por él mismo -, y que ha dado muchas revelaciones sobre su amasiato con Bill que dejan muy mal parados a los Clinton en el plano moral. Y por supuesto que Gennifer Flowers dijo de inmediato en una carta a un medio y en Twitter que con todo gusto estaría en el debate. Luego, todo esto ha detonado de nuevo, y en cuestión de horas, la fiebre mediática por todas las infidelidades de Bill Clinton, de tal forma que ya se vuelve a hablar de sus examantes, de sus supuestas víctimas de asalto sexual, y de sus respectivas revelaciones de escándalo. Ya incluso salió por ahí de nuevo Kathleen Willer a decir algo como lo siguiente: las víctimas de asalto sexual por parte de Bill Clinton somos tantas, que solas podríamos llenar el auditorio del debate.

Hasta el momento no sabemos si Gennifer o alguna otra de las examantes de "Billy" Clinton vayan a asistir al debate. Mike Pence y el staff de Donald han dicho que, por lo que atañe a ellos, no han dado pase a alguna de esas mujeres. Pero la amenaza está en ciernes. Y si esto ocurre, habría muy malas consecuencias para Hillary. La sola presencia de la Gennifer en primera fila, aun sin trolear activamente, es una humillación para Hillary: tendría frente a su nariz a una de las examantes de su esposo. Y como se sabe que la señora Clinton es de temperamento explosivo, esto podría detonar un problema de control en Hillary. Peor sería la crisis de control para Hillary si Gennifer la trolea. Pero además, esto pondría a Hillary en un aprieto moral muy serio. Imposible que en esas circunstancias, por ejemplo, sea persuasiva en sus discursos sobre la mujer, porque si su marido es un usuario de las mujeres como objetos y ella como esposa lo tolera, ¿cómo podría afirmar que pretende fomentar la dignidad de la mujer como presidenta de los EUA?

Por cualquier lado que se le vea, es evidente que Hillary perdió este lance de disputa con Donald. Fue una derrota tan vergonzosa como aquella que sufrió el ingenuo musulmán de la espada contra Indiana Jones. En efecto, Hillary sacó y blandió su tremenda espada - Mark Cuban - para tratar de asustar a Donald, pero éste sacó su revólver - Gennifer Flowers - y la liquido de un solo tiro. Y el problema es que con esto Hillary ya empezó a perder el debate por anticipado. Con todo, la cuestión no es tan trágica, puede repararse si el staff de Hillary deja de buscar camorra hasta pasado el debate y si Hillary se enfoca en seguir la ruta que más le conviene en este caso.

Y eso es todo.

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