Los ves y siguen siendo los mismos de siempre, las mismas caras, los mismos gestos, las mismas promesas, pero con colores y un nombre diferente.

Son los que por alguna causa no alcanzaron un cargo en el nuevo gobierno, son los reciclados del PRI, PAN, PRD, PVEM, MC y hasta Independientes que desde ya andan a la caza de una liana en los próximos años.

Tener y manejar un partido político es para muchos un excelente negocio. Pregúntenle si no a Beto y Lupita Anaya del PT.

El sábado en Monterrey se realizó una junta más para reunir firmas y lograr el registro de un nuevo partido, las Redes Sociales

Progresistas (RSP) y en su evento apenas juntaron unas cinco mil personas.

Y nada lejos están otros personajes como René Bejarano, que también anduvo en tierras regias el fin de semana, con su Movimiento Nacional por la Esperanza (MNE).

Ves el presídium y se asemeja a los viejos letreros de las tamalerías de Juárez, Nuevo León, en donde ofrecen “de chile, de dulce y de manteca”.

Son los reciclados que con el paso del tiempo se han convertido en verdaderos expertos en hacer campaña, reunir firmas, conseguir adhesiones, pero de todas partes salen botados tan pronto llegan al poder o cuando no son considerados idóneos para ser candidatos.

Buscan un partido porque eso ofrecen beneficios, porque da poder, porque te brinda además la capacidad de negociar con otros, porque chance “pegue el chicle” y algunos se puedan colar, porque es un albur.

Pero el punto es que siguen siendo los mismos, ofreciendo el mismo viejo y trillado discurso, prometiendo cambiar lo que todos prometen y nadie consigue.

Y así van atomizando la fuerza de los partidos, van diluyendo lo poco que queda de imagen de los políticos, van tirando lodo sin darse cuenta de que al hacerlo también se ensucian.

Para que esto cambie se necesita una verdadera transformación y si de algo estoy seguro es que no será, bajo ninguna circunstancia, mediante el reciclaje.