<br>“No se trata sólo de prever el futuro, sino de hacerlo posible”<br> 

Antoine de Saint-Exupéry

La cuenta atrás para Ana Gabriela Guevara comenzó el fin de semana cuando terminaron los Juegos Panamericanos y se selló con su presentación en la conferencia matutina del Presidente.

Porque la exmedallista olímpica que hoy se encarga de la cartera de deportes en la 4ª T., bien pudo explicar, desde la perspectiva de su experiencia personal, que las medallas y los triunfos en justas internacionales no se consiguen, ni por asomo, en tan sólo ocho meses.

Guevara pudo haberse congraciado con la comunidad deportiva, reconocer su esfuerzo, talento y capacidades y explicar que esa es una muestra de lo que se puede hacer porque contamos con una buena base que requiere de mucho más apoyo económico y de guía con entrenadores, preparadores físicos, psicólogos, nutricionistas, motivadores y demás.

Pero la sonorense se fue por lo fácil, se colgó las medallas como si hubieran sido un logro de su gestión, consiguiendo un montón de críticas que se suman a su ya de por sí deteriorada imagen como dirigente nacional del deporte.

Ana Gabriela firmó su sentencia, porque le queda un año para los Juegos Olímpicos de Tokio en donde, ahora sí, la van a evaluar y no habrá consideración alguna ya que ha recibido el apoyo presidencial para trabajar.

A Ana Gabriela, la política, se le olvidó el pasado de Ana Gabriela, la deportista, la que una y mil veces fue testigo de las injusticias, la grilla, las imposiciones, el favoritismo, el compadrazgo de los dirigentes del deporte para conformar los equipos, por encima de los que tenían mejores resultados o más merecimientos.

En Lima se conjuntaron varios factores además del brillante talento de nuestros muchachos: apoyo familiar y de patrocinadores para su preparación y equipamiento. La inversión de último minuto del Gobierno es mucho menor que los incentivos que fueron anunciados por la Presidencia.

Guevara se puso la soga al cuello y no la van a juzgar por su récord e historia personal como atleta, sino por el pasado inmediato que a partir de ya se convierte en una pesada losa que deberá llevar a cuestas y con el que la compararán todo el tiempo.

Ella tuvo la oportunidad de ser ecuánime y poner las expectativas en dimensión, pero prefirió el aplauso fácil y montarse en el discurso de la grilla y el huachicoleo.

Ahora sabrá lo que es realmente trabajar bajo presión, porque su cuenta atrás ya comenzó.