“El misterio de la vida es la conexión entre nuestros errores y nuestros infortunios”

Germaine de Staël

 

Dudo que sea una estrategia porque como tal no le encuentro un propósito real o un fin, como no sea el propiciar una guerra civil, pero la polarización del país está empezando a permear y a alcanzar niveles francamente preocupantes.

Lo notas en muchas cosas y en temas de lo más diverso, pero hay puntos de coincidencia que deberían alertarnos como sociedad: la intolerancia a la diferencia de opiniones y la violencia como única solución a los conflictos.

Subirle la llama a una olla exprés a punto de explotar no es la salida, por el contrario es acelerar el curso de una tragedia.

Tras el fallido operativo de la semana pasada en Culiacán el país se ha vuelto a dividir en dos, los que critican y los que defienden al Presidente. El campo de batalla se da principalmente en las redes sociales y ahí se dan con todo; contra escasos argumentos, llueven insultos, agravios y mentadas.

Preocupa el que en otros ámbitos el enconamiento alcance niveles tan altos.

El zafarrancho ocurrido en San Luis en un partido de futbol es una luz roja que debería llamar la atención de todos, no sólo de los amantes del futbol, sino de la sociedad en su conjunto al ver la forma en que está derivando la molestia de una sociedad entera.

Antes un incidente, también en el futbol, por un malentendido entre los jugadores del Veracruz que con toda justicia reclaman el pago de sus salarios y que intentaron organizar, (de manera bastante desorganizada por cierto) una protesta en su partido contra Tigres, dio pie a enfrentamientos innecesarios entre muchísimas personas.

Pero todo parte del mismo sitio, todo tiene un punto de origen, la división que como comunidad tenemos y que se aviva diariamente desde el gobierno.

Como sociedad tendríamos que encontrar una fórmula que nos permita superar este escollo e ir más allá de la confronta estéril. Un método que nos haga comprender que podemos tener diferencias de opiniones pero que a final de cuentas debemos luchar unidos por encontrar el bien común y la grandeza como sociedad.

Todo está conectado, nada es ajeno, es tiempo de marcar una pausa, de detener el paso y replantearnos qué queremos para México.

Aún estamos a tiempo.