La semana pasada tuvo lugar un acontecimiento que, si bien es esperado, nunca deja de sorprendernos: me refiero a la llegada de “El Buen Fin”, un periodo denominado de esta manera por los mexicanos para referirse a un fin de semana en el que los precios y las ofertas son jugadas básicas para todas las tiendas departamentales y comerciales de estrato medio a medio-alto de todo el país.

Durante el fin de semana pasado, el evento duró un día adicional debido a la coincidencia en celebración de la Revolución Mexicana, lo cual fue un juego bien arreglado.

Las expectativas de ventas fueron superadas, según datos de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo. Con una meta de 80 mil millones de pesos a un resultante de 84 mil millones de pesos registrados por ventas, tanto de crédito como de contado. Dicho crecimiento supera las ventas del año pasado por más del 5%, meta fijada por la CONCANACO SERVYTUR.

Lo interesante sobre este fenómeno comercial, que excede fronteras año con año, es saber si esto beneficia a la economía mexicana en general y saber qué partido se beneficia más: ¿el productor o el consumidor? Para esto podemos analizarlo rápidamente viéndolo desde ambas perspectivas.

Siendo yo el consumidor racional (esto significa que no me endeudo más de lo que puedo, ni gasto más de lo que debo) mi gasto estará fijado por mis ingresos de todo el año y algún ahorro que se haya guardado para la ocasión. En el día del evento, dispongo de información sobre las ofertas y los meses sin intereses que se van a presentar; también se recomienda tener una idea clara de los artículos que se desean comprar. Si esto es cierto, el productor (que también es racional) no venderá sus productos por menos del margen de lo que le cuesta adquirirlos, fabricarlos o importarlos como se le quiera llamar.

Este fenómeno, aunque plagiado del país vecino, estimula la economía y permite tener una mayor interacción entre el consumidor y el productor de manera directa, permitiendo también rotar el inventario de las empresas para traer nueva mercancía.

Para muchos es un mal necesario y para otros es un bien trivial, pero para la economía es un furor de consumo y este agiliza el dinamismo económico, que a su vez puede significar la posibilidad de un mayor consumo durante el próximo “Buen Fin”.