Cuando en 1990 vi por primera vez "Volver al Futuro", película que plantea la loca posibilidad de que los seres humanos se desplacen hacia atrás en el tiempo, quedé frío, el hecho de pensar en regresar algunos años atrás en mi entonces corta vida me parecía, por decir lo menos, estremecedor. No sé: imaginaba volver al momento en que por primera vez fui al cine con mi madre, mis cumpleaños, las vacaciones en Oaxtepec, etc. Pensar —como sucedía con Marty McFly— en observarme a lo lejos haciendo mis absurdas travesuras me resultaba maravilloso, algo totalmente digno de experimentar; no paraba de preguntar si eso sería posible algún día. Mis primos, quizá en su corto conocimiento o, tal vez para burlarse un poco, decían que seguramente en unos años más todos gozaríamos regresando en el tiempo como cualquier turista que visita un lugar alejado de la Tierra. 

 

No podía esperar a crecer, tener unos 30 años quizá, y regresar a los noventa, las ganas que tenía de volver a ser niño, de volver a grandes episodios de mi vida y a tiempos mejores, eran enormes, . 

 

Hoy, se nos plantea esa "maravillosa" posibilidad. Existe un grupo de personajes que justo está ofreciendo volver realidad ese sueño ochentero de muchos de nosotros: viajar hacia atrás en el tiempo. ¡BUM! Ese grupo de "generosas" y "maravillosas" personas resultaron no ser científicos como lo imaginé, ¡no, están más cerca de nosotros!, ese grupo es el Partido Revolucionario Institucional, el PRI. Y así como en "Volver al futuro", esa institución necesitaba un condensador de flujo, el dispositivo primordial que hace que el De Lorean funcione de manera correcta y nos lleve a vivir esas increíbles aventuras. 

 

Lo encontraron, el PRI ha encontrado su "condensador de flujo".

 

El condensador de flujo del PRI se llama "desmemoria", ellos hoy aprovechan esa característica que tan profundamente sembrada está en nosotros: la "desmemoria colectiva", la capacidad inigualable de los mexicanos para olvidar con un partido de fútbol o dos que en Hermosillo, 49 niños murieron en una guardería gracias a la negligencia de un grupo de funcionarios que nunca fueron ajusticiados; gracias a esa capacidad para olvidar que en San Salvador Atenco los derechos de hombres y mujeres fueron atropellados de maneras brutales; gracias a que podemos seguir adelante viendo telenovelas a pesar de que un gobernador como Mario Marín trafica con el poder y que hoy, también sigue impune; gracias a que sujetos como Moreira pueden endeudar de manera estratosférica a un estado completo por medio de documentos falsos —asunto del total conocimiento de Enrique Peña, pues es uno de sus hombres de mayor confianza—, y que, bien sabemos, jamás recibirá castigo; gracias a que, muy a pesar de la legítima lucha indígena, —y como la televisión nos lo ordenó— hoy observamos con desprecio a "esos indios" que desbordan dignidad y que se revelaron en contra de todo y de todos en 1994 bajo los ideales neozapatistas allá, en la selva Lacandona. 

 

Es gracias a esta institución pútrida llamada PRI que la desmemoria, la falta de interés, la "ignorancia asistida" existe, es gracias a ellos que el “condensador de flujo” para que funcione su “máquina del tiempo” es real. Gracias al PRI el pueblo considera que todas estas conductas son válidas, como Denise Dresser señala: es "gracias al PRI (que) gran parte de la población considera que la corrupción es una conducta habitual y aceptable que acompaña a la función pública".

 

El PRI está recurriendo al mismo sentimiento que la película provocó en mí en 1990: ese modelo del "bienestar del pasado", ese anhelo de "Los viejos tiempos eran mejores".  Porque hay toda una historia detrás para mover en nosotros esas ganas de regresar a mejores momentos, de impulsar a esos Marties McFly a volver al pasado, regresar a ese lugar donde las gaviotas encuentran a su príncipe de hermoso peinado y son felices, esas épocas de conformismo arraigado donde, no se estaba bien pero tampoco estábamos TAN mal. El PRI culpa de la cruda realidad que hoy vivimos a otros, cuando fueron ellos, en el pasado, quienes sembraron lo que hoy estamos cosechando con dolor y quiere que regresemos, como buenos Marties, a resolver problemas pendientes. 

 

El PRI, buscando darle más potencia a ese "condensador de flujo" para que funcione la máquina del tiempo y regresemos a su yugo, hoy argumenta ser un partido diferente, un partido moderno, porque eso sí, habrá que reconocer la capacidad para hacer política —de la sucia y poco ética— cuando se presentan hoy en los medios diciendo que "se necesita algo diferente, algo totalmente nuevo, se necesita votar por el PRI".

 

No, no lo es: el partido no ha cambiado, no es una organización que haya arrancado de raíz sus viejas prácticas, no es un grupo cuyos miembros sean jóvenes con una visión reformadora como quieren hacernos creer, no son personas comprometidas con un nuevo rumbo para el país. El PRI nos ofrece regresar al pasado con una sonrisa enorme en su hipócrita fachada..., pero no, señores, el que nos plantea el PRI no será un divertido viaje como el que Marty McFly tuviera en 1985. 

 

No, muy por el contrario, el viaje que plantea el PRI no será placentero: Enrique Peña Nieto cuenta con asesores como Carlos Salinas de Gortari, con la historia de una familia tan putrefacta como sus miembros muertos o encarcelados, y, peor aún, exonerados "quién sabe cómo". Es un partido con las mismas prácticas de siempre: el enriquecimiento a costa del estado, el clientelismo, el coto de poder, el "protégeme, que yo te protegeré", los amiguismos, la opulencia, el enriquecimiento ilícito de los Montiel, las prácticas legendarias de Hank González y su desvío del bien público al privado..., y un largo etcétera. 

 

Habrá que pensar si queremos echar mano de ese "condensador de flujo" llamado desmemoria en el que el PRI ha puesto toda su esperanza y decidimos emprender el viaje a "mejores momentos", porque en nuestra película no tendremos el amparo que Hollywood siempre garantiza a sus protagonistas, será difícil que en nuestra película exista un "Volver al Futuro", porque por eso se llama así la cinta: Marty McFly al final, después de su viaje al pasado, vuelve sano y salvo al futuro, arregló lo que debía arreglar. Todo resulta de maravilla. Pero acá no, para México "regresar al futuro", una vez que nos encontremos cobijados por el manto siempre oscuro del PRI, no va a ser tan fácil.