??posturas autoritarias que lo que menos quieren es que el ciudadano tenga el poder de decisión?.

El votar o no votar se debate hoy en día entre la dualidad del derecho y la obligación; por un lado el compromiso y la congruencia contra la apatía y el boicot por el otro.

Como ciudadanos, tenemos el enorme privilegio de tener plasmados en nuestra Carta Magna este derecho y esta obligación; para mayor claridad se transcribe a continuación lo correspondiente de los Artículos 35 y 36:

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

Artículo 35. Son derechos del ciudadano: (Párrafo reformado DOF 09-08-2012)

I. Votar en las elecciones populares;

II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular, teniendo las calidades que establezca la ley. El derecho de solicitar el registro de candidatos ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos así como a los ciudadanos que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los requisitos, condiciones y términos que determine la legislación; (Fracción reformada DOF 09-08-2012)

Artículo 36. Son obligaciones del ciudadano de la República:

III. Votar en las elecciones y en las consultas populares, en los términos que señale la ley; (Fracción reformada DOF 22-08-1996, 09-08-2012)

Con el proceso electoral ya en marcha y la inminente jornada electoral del próximo 7 de junio inició ya también la época de los spots por parte de los partidos políticos y muy pronto veremos los llamados a votar, primero en los procesos internos de cada partido en la también conocida etapa de precampañas, para después entrar de lleno a la competencia por el voto, cada partido tratando de hacerse de más adeptos y simpatizantes para ganar la elección.

En otro escenario y como consecuencia, -en la mayoría de los casos, de hechos por demás lamentables, se alzan voces en diferentes partes de la geografía nacional realizando marchas, mítines y protestas; demandando justicia y legalidad entre otras cosas, lo que llama la atención es que esas mismas voces en un cambio de discurso y pareciera que también de objetivos hacen un llamando a no votar; desde el punto de vista y sentir muy particular de quien estas líneas escribe el no votar es renunciar a una libertad, a una prerrogativa de la cual somos titulares, implica dejar en manos de otros lo que debemos hacer por nosotros mismos, a una decisión que debe ser razonada, analizada y concretada.

El asistir el día de la jornada electoral a la casilla y emitir nuestro sufragio es hoy en día la mejor manera de manifestarnos como ciudadanos, es tomar el control y ejercer el poder como sociedad, el votar no puede ser visto como una dádiva otorgada al pueblo por cualquier gobierno, el sufragar es empoderarnos como ciudadanos

La historia de las elecciones en México forzosamente nos da cuenta que el no votar o abstencionismo ha sido utilizado como una forma de manifestación por la inconformidad de la sociedad hacia sus políticos, es sin duda, síntoma de un progresivo desencanto con la manera de entender la democracia como forma de gobierno.

El no votar ha sido una forma válida pero riesgosa de expresar inconformidad con la clase política, es una expresión de la apatía social, misma que puede llegar a transformarse en auto marginación del sistema.

En algún tiempo existieron propuestas de modificar las normas electorales a fin de hacer una promoción para que la participación ciudadana fuera más efectiva, tratando de modificar la percepción de lo que el voto significa, incluso se pretendía la aplicación de medidas que asignaran consecuencias punitivas a quien se abstuviera de votar en algún proceso electoral determinado, pero que puede ser más punitivo en una democracia para quien tiene la obligación y el derecho de no votar que el auto flagelo de no ejercer el privilegio de participar emitiendo sufragio alguno.

Los órganos representativos como son la Cámara de Diputados, las legislaturas estatales y los ayuntamientos, se van a integrar en su totalidad, con o sin nuestro voto, no hay garantía ni certeza alguna de que los partidos políticos sean receptores del reclamo que algunos pretendan hacer no votando o anulando el sufragio, para ellos y para toda autoridad electoral no hay distingo entre el voto anulado como forma de protesta y el que se anula por mero error del votante.

Con qué autoridad moral puede un adulto que no vota inculcarle o hablarle a un niño valores y formas de defender sus derechos, si el ejemplo que le da al no votar es el de quedarse callado, quien crea que una baja votación supone de alguna manera que se incremente la rendición de cuentas está muy equivocado, al contrario, ante una baja participación menor será el compromiso y la presión para una efectiva rendición de cuentas y transparencia.

El llamado a no votar y caer en esa trampa no hace otra cosa más que darle fuerza, conscientemente o no, a las peligrosas posturas autoritarias que lo que menos quieren es que el ciudadano tenga el poder de decisión, pues a todas luces va en contra de sus intereses, un pueblo que participa es una gran amenaza para todo aquel individuo o grupo para los que la debilidad institucional va en contra de su personalización y de su propia agenda.

Como sociedad tenemos por delante el gran reto de fortalecer los mecanismos de exigencia y encontrar dentro del marco normativo las vías idóneas para darle seguimiento a nuestras exigencias, pero todo tiene un inicio, muy bien podemos como ciudadanía representando a la sociedad en su conjunto detonar el cambio en la ya próxima jornada electoral.

Seamos congruentes, participación ciudadana no es andar por las calles rompiendo vidrios y haciendo desmanes cubiertos los rostros con paliacates o pasamontañas, jamás la libre expresión debiera atentar contra el libre tránsito.

Seguramente, en las boletas veremos a los partidos de siempre, partidos nuevos, partidos locales y algunos candidatos independientes, entérate de sus trayectorias, de sus programas y plataformas, el votar no es solo asistir y tachar, es impostergable que hagamos del votar una decisión estudiada y razonada, cuando te digan el qué, cuestiona el cómo y el cuándo, enriquezcamos el voto y ganemos la batalla a aquellos que lo quieren abaratar para que nos dé lo mismo votar o no votar. No hay que olvidar que sin parlamento la democracia se agota.

 

Agradezco como siempre su amable lectura, si consideran que vale la pena difunde y comparte.

@dgv1968