“¿Es blindada?”, preguntó en su español mocho betabelero el agente Delgado, placa 13770 de la Border Patrol, dándole unos golpecitos a la portezuela de la troca del lado de la conductora.

“Claro que no, ni que fuera la esposa de un periodista mexicano”, respondió la irreverente de mi Gaby, haciéndoles un guiño a los hijos que la acompañaban por carretera rumbo a San Antonio.

El incidente sucedió antes del punto de control en la milla 22 de la autopista 35 que va de Laredo a esa otra ciudad texana.

Les platico: Marian y Emilio llegaron hace 3 días de Panamá y temí que se las fueran a hacer de tos en el aeropuerto de la CDMX, donde hicieron escala, por llegar del único país del mundo que aplica el toque de queda debido al bicho.

Cero trabas les pusieron los chambones agentes de migración que los recibieron con unos tapabocas tan malos, que traían migajas del desayuno que habían tomado 18 horas antes.

Los chavos entraron a México como Donald por su casa y ni siquiera les tomaron la temperatura.

Pero cuando iban con su mamá a ver a los abuelos, el suplicio comenzó donde termina la avenida “Colosio” en Nuevo Laredo, porque había hileras de vehículos que, contadas en tiempo, fueron cinco horas hasta que pasaron las garitas fronterizas del lado gringo.

Los tres con pasaporte americano franquearon relativamente rápido ese primer punto de control y, creyendo que ya la habían hecho, se enfilaron a San Antonio.

Lo primero que notaron fue que apenas agarraron carretera adelantito del Mall, había un madral de patrullas blancas con la característica franja verde del Border Patrol.

Más del lado de la autopista hacia el norte que la del sur, y previendo lo peor, la conductora le bajó a 65 millas/hora, abajito del límite permitido.

De uno de los acotamientos de descanso se les lanzó una de las patrullas y durante cinco minutos los fue siguiendo hasta que se les emparejó; volteó a ver a la Gaby y le hizo la seña internacional de “oríllese a la orilla”, traducida al inglés, por supuesto.

Después de cerciorarse de que la troca no era blindada, comenzó el interrogatorio. “¿A dónde van? ¿Por qué si son ciudadanos americanos traen un vehículo con placas mexicanas? ¿Licencia? ¿Tarjeta de circulación? ¿Seguro? ¿Comprobante de domicilio? Y la irreverente pensó: “Si quiere también el certificado de defunción, nomás nos espera tantito, plis”.

¿Dónde viven? ¿Por qué una parte del tiempo en EU y otra en México? ¿A qué se dedican? ¿Trabajan o estudian? (jejeje, me acordé de la típica pregunta de cuándo uno de chavo andaba ligándose a una morra y era lo primero que se preguntaba en esos casos).

¿Por qué sus hijos no están tomando clases por internet? ¿Me muestra un comprobante de que realmente van al domicilio que dicen en San Antonio? ¿Por qué las placas del vehículo traen esos marcos? ¿Por qué las puertas de su troca parecen blindadas? ¿Pueden mostrarme lo que traen en sus bolsas y mochilas? Sus computadoras, por favor, ábranlas. Sus carteras también, por favor.

“Madres, ¿qué es esto?”, pensó Emilio. “Ya estuvo que nos deportan creyendo que somos migrantes panameños”.

Más de media hora duró el interrogatorio y después de que el oficial se pasó otros 10 minutos verificando en la computadora de su patrulla la carpeta de investigación que integró con todo el papelerío de los “sospechosos”, regresó y al comenzar a llenar un formulario, Gaby le preguntó: “¿Nos va a multar?”

“No, mem, es solo un warning. Con esto justifico el tiempo que les tuve detenidos. Maneje con precaución, ah, y por favor, quítele los marcos a sus placas, porque me llevó cinco minutos alcanzar a leer sus números cuando los venía siguiendo”. Dios salve a América. Esto no lo dijo el border patrol officer, lo dijeron los tres de la troca.

Resumen:

1.- Así tratan las autoridades gringas a sus propios ciudadanos al internarse a su país en un vehículo mexicano.

2.- Trump amenazó ayer con sancionar a México por no hacer nada para combatir al narco.

3.- Los demócratas están encabronadísimos con AMLO porque en su visita a Trump, ni siquiera volteó a verlos.

Cajón de sastre

4.- “Que el Dios de Spinoza nos agarre confesados si gana Joe Biden. Bueno, también si se reelige Trump”, dice la irreverente de mi Gaby, ya repuesta del susto.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.