El TEPJF ha dado su veredicto final, nada sorprendente por cierto, esto ya se veía venir. El magistrado ha concluido que no existieron pruebas suficientes por parte del Movimiento Progresista sobre la supuesta compra de votos en las pasadas elecciones y que es por ello que resulta inaceptable la petición de la anulación a la elección presidencial.

Antes que comiencen a atacarme, aclaro que no soy priista, pero sí realista.

Comprendo la situación de incertidumbre, miedo e incluso indignación que les causa a más de uno el saber que el PRI ha regresado al poder y que tenemos a un presidente supuestamente inculto e ignorante. Y digo supuestamente porque en realidad el señor Peña Nieto debió de pasar no sólo por el kínder para haber llegado hasta el puesto en el que está ahora, si bien, yo también escuché, vi y analicé los errores que tuvo durante su campaña presidencial, pero no me parecen suficientes para que la sociedad lo tache como un ser incapaz de carburar una idea. Confundió los nombres de dos autores, hay políticos que ni siquiera recuerdan uno. Lo peor era que si Andrés Manuel, Quadri o incluso la demacrada Josefina, tenían algún error, se olvidaba al minuto y si Peña Nieto tropezaba, lo lanzaban a la hoguera.

No lo defiendo ni lo victimizo, pero sí creo que la sociedad, que los mexicanos, somos demasiado extremistas y eso es en parte una gran razón que nos impide progresar.

Desde ayer se estuvieron amenazando incluso de muerte a los magistrados del TEPJF por medio de las redes sociales, 500 simpatizantes del Movimiento Progresista permanecieron en las instalaciones del Tribunal causando desperfectos en las instalaciones y la revolución parece que se ve venir.

Es momento de que aceptemos que lamentablemente ya se dio un veredicto y ya no se va a cambiar, aunque quemen instalaciones, aunque amenacen, aunque se levanten en armas (que poco les falta para eso). Si estamos predispuestos a que será un pésimo sexenio, difícilmente podamos ver las cosas buenas que se lleguen a hacer, si el pesimismo nos invade, las próximas elecciones serán más frustrantes que éstas.

Si bien, Enrique Peña Nieto no era de mi preferencia, lo que me queda por hacer  es aceptar que tenemos un nuevo presidente y que sin duda tendrá tropiezos y aciertos como todos los presidentes de la historia de México, pero por mi parte ayudaré con lo que pueda en el progreso del país desde la individualidad, comenzando por no crear más violencia de la que ya decimos estar hartos pero que alimentamos día a día.

Ahora sólo falta esperar qué postura tomará López Obrador y el PRD. Sin duda creo que este partido ha tomado mucha fuerza y me atrevería a asegurar que no les falta mucho para llegar a la presidencia, pero hoy, su realidad es otra, y deberían de aceptarla de una vez por todas.