Tecleo este texto (porque escribir, solo los grandes) buscando la manera de pedir una disculpa a los charros de a de veras, en Nuevo León y en México, como a mi hermano Cortés Camarillo

No es el futbol, ni el beisbol. Que no se nos olvide que la charrería, por muy cara que esta sea, es el deporte nacional de los mexicanos.

Pero la pregunta con la que intitulo me refiero al Director del Instituto de Movilidad y Accesibilidad de Nuevo León, Noé Chávez Montemayor, de quien ya se sabe por qué razón ocupa un puesto tan delicado, para el que no calificaba.

La incompetencia de Chávez Montemayor se ha visto acentuada en la actual crisis por la que atraviesa la Metrópoli Regia:

Un día no hay camiones ni Metro y el otro, por corregir la plana, son tan pocas las unidades que Susana Distancia huye despavorida y todos viajan como sardinas en aceite… Y sin aceite.

Pero la pregunta inicial es la base de este análisis: ¿Qué se podía esperar de un charro, como lo es?

Pues que atienda sus negocios de transporte, porque, a nombre de otros, me dicen, tiene flotas de taxis… y de camiones.

Pero eso tampoco le quita lo charro.

Como no se le quita por su gusto en la moda, ya que usa pura ropa de la marca “Purificación García”, sí, esa de la familia de Ovidio, Alejandrina y Archi que se cotiza en dólares y “Barabas”, que, aunque un poco más bara, no es asequible para la raza.

¿Qué se podía esperar de un charro?

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