No cabe duda de que Enrique Peña Nieto es un político con suerte al salir sin mayores raspaduras de este patético intento de debate. No tiene mayores atributos pero afortunadamente para él, los otros dos adversarios con posibilidades no atinaron a darle un golpe certero. Además pudo hablar sin apuntador y eso dice mucho. Su neoliberal porrista Quadri quien hizo juego a dos voces, expuso lo que él no podía hacer.

 

Por su parte, a Calderón y a su fallido gobierno del desempleo y de la violencia institucionalizada, no lo tocaron ni con el pétalo de una rosa. Josefina Vázquez Mota haciendo su mejor esfuerzo y siguiendo su estrategia de amago a Peña Nieto no fue puesta en evidencia. Su ausentismo legislativo que no alcanza a ser comprendido en su justa dimensión por la gente de a pie, no es un factor decisivo para modificar sustancialmente su percepción social. También Vázquez Mota puede estar satisfecha.

 

Pero Andrés Manuel López Obrador que para muchos es la única opción para sacar al país del atolladero, no puede hacer un balance totalmente positivo por más que se quiera ver como triunfador. En este país tele novelero al que la Historia Nacional “da hueva” (analizando resultados de prueba ENLACE 2010), la estrategia es la menos indicada. Aunque se quiera, no se puede concientizar en dos minutos. Habiendo tantos ejemplos de la corrupción priista, datos, cifras e investigaciones, no se puede recurrir a repetir lo que se ha dicho en las plazas públicas de más de 2200 municipios.

El hambre y la sed, literal y metafórica, de los mexicanos merece mayor contundencia, mayor eficacia, porque a este paso solo se va a lograr, a pesar de una total congruencia,  un lamentable segundo lugar.