Para Ángeles Torrejón, en su dolor

La elección se moverá en tercios por ahí del 20 de abril, cuando se conozca oficialmente el nombre de los aspirantes, su honorabilidad su discurso y propuesta. Para entonces la opinión pública ya habrá hecho lo que solamente ella sabe hacer.

En otra parte hemos insistido en la de Pahuatlán es la opinión pública más severa y vigorosa que se conozca en la región. Los del pueblo, sin mayor rebuscamiento, le llaman ser chismoso.

Ser chismoso es el que tiene una participación activa en todo lo público. El que todos los días pasa a cuchillo a la burocracia municipal, comenzando por la cabeza. Tanto por lo que hacen, como por lo que dejan de hacer.

Ciudadanos a plenitud

En el entendido de que la política es un estado de permanente inconformidad entre participantes y observadores. Es lo que los académicos llaman “ciudadanos a plenitud”.

Nadie ejerce tan afondo ese oficio que el grupo de comerciantes en el casco del centro histórico. En el par de callecitas que le dan vida. Es un grupo que nadie considera, pero es el que genera los pocos empleos y provee los servicios.

Son ellos los que le dan sentido al título de Pueblo Mágico; el otro grupo es el colorido de la población indígena y sus artesanías. Los que junto con las remesas mantienen en pie la economía.

Con sobrada razón los segundos afirman que la verdadera magia es obra suya y no de la cabecera.

Junto con el transporte, son las actividades económicas pujantes. Ambos grupos mantiene una posición muy critica sobre el ayuntamiento, sea cual sea, porque concentra las compras o en ellos mismos (los gobernantes convertidos en proveedores), o familiares (que son ellos mismos), o en tiendas vinculadas (que son ellos mismos), o de plano las hacen fuera para restregarles que “las pueden”.

Ya sabemos que es el egoísmo y no la fraternidad la que gobierna el instinto del hombre.

En el caso de los indios, los sucesivos ayuntamientos amparados en la costumbre, se niegan a otorgarles trato de igualdad. No obstante que la ley es muy clara al respecto. Los otomíes de San Pablito han llevado sus querellas a la ONU y han ganado en el máximo tribunal del mundo. Pero regresan a su país, entidad y pueblo y “les dan pa´tras”.

Vera y Romero, como actores de desarrollo

Lalo Vera y Eduardo Romero, hasta donde conozco, son los únicos aspirantes que han volteado hacia estos grupos, no como masa que vota, sino como actores de desarrollo.

El primer porque es precursor de la sociedad de transportistas, y el segundo porque lleva en su planilla al arquitecto Sixto Vargas como director de Obras. Vargas proviene de una esforzada familia dedicada a la comercialización de materiales de construcción.

El comercio y las comunidades indígenas serán determinantes en la elección en curso. Incluso me atrevo a decir que la estabilidad política en el municipio ha dependido y depende de la voluntad de ambos.

Entre los indígenas jóvenes, los que tienen un nivel escolar por arriba de sus padres y abuelos, cobra fuerza la corriente que condiciona la presencia de los aspirantes en sus respectivas comunidades a la postulación de candidatos no sólo de la cabecera, sino de todo el municipio.

Exigen, pues, que se haga realidad el derecho constitucional universal a votar y ser votado.

Regresando al punto. Para la segunda semana de mayo, tal vez la tercera, la contienda quedará reducida a mitades, producto del mismo proceso y de las alianzas de facto que en el camino se vallan suscitando.

Morena es un partido sin reglas ni gobierno

El lunes, uno de los aspirantes de Morena, anduvo rondando las oficinas del partido Fuerza por México. En cuanto pudo entregó sus papeles que lo acreditan como solicitante de la candidatura.

Lo que domina en este momento es la inconformidad generalizada en contra del partido Morena. Por razones que nadie sabe, pero intuye, ese partido no ha cumplido con el requisito de aplicar la encuesta para definir al mejor aspirante.

Los partidos políticos con registro tenían hasta el pasado sábado (3 de abril) para realizar los procesos internos de selección de candidatos a diputaciones y ayuntamientos (Articulo 200 Bis, apartado b, fracción III del Código de Instituciones y Procedimientos Electorales del Estado de Puebla).

Lo que ha hecho Morena es utilizar papelería e información oficiales para filtrar el nombre de una persona “elegida” que nadie conoce. Ante la afrenta, el precandidato aventajado ha dicho por lo bajo que se retira.

Ya sabemos (lo hemos visto en todos lados) que Morena es un partido sin reglas ni gobierno. Ante la anarquía, los actores políticos con la vista en el 24, le están dando la vuelta. Más que sumar, Morena, ahuyenta voto y simpatizantes.

El reto: recomponer los lazos de fraternidad

El mayor reto que tendrá el próximo alcalde es recomponer los lazos de fraternidad rotos en los últimos cinco años. Hay agravio, división y frustración. Será el gobierno de las mujeres, los jóvenes y la población indígenas o no será.

Hace un par de semanas el presidente auxiliar de Atlantongo entregó una carta de protesta en la presidencia municipal. Si personal del ayuntamiento tenía previsto entregar tinacos en su jurisdicción, que no se privilegiara electoralmente a unos grupos en detrimento de otros.

La entrega de tinacos y paraguas fue la política electoral más exitosa que utilizó el finado Rafael Moreno Valle entre la población pobre para ganar la gubernatura en tres ocasiones seguidas. (2010, 2017 y 2018).

Estoy pensando en la buena política. En la que todos pierden a cambio de que todos ganen. En la que los contrarios no son enemigos, son adversarios. Hermanados por un mismo fin: la prosperidad de todos. La división es en el cómo, pero se unen en el qué.

¿Quiénes serán los finalistas?

Como ya lo dijimos, la elección estará determinada por la buena o mala fama de los que aparezcan en la boleta. No serán los partidos; éstos se traducirán en carga negativa.

Recodemos que las alianzas entre partidos fue el último reducto de sobrevivencia. Hace una década Moreno Valle encontró que la manera, que la única manera, que tenía de ganar era juntando el agua y el aceite (PAN y PRD) y ganó. Pero en diez años ha corrido mucho agua bajo el puente.

El modelo de coaliciones le sirvió a Arturo Hernández para ganar con relativa holgura en 2013. Pero en el 2018 ya no pudo; ganó recurriendo a mecanismos demasiado ortodoxos. Entonces las relaciones clientelares se naturalizaron y se encarecieron.

Ante el agotamiento de los partidos y luego las alianzas entró el dinero, la compra de conciencias, al amparo de la pobreza de las personas y familias. Pero hoy 9 de cada diez lo rechazan.