El asesinato y posterior calcinación de diez músicos indígenas, en la montaña de Guerrero, y enseguida la difusión de imágenes en la que se mira a un grupo de niños dolientes (los huérfanos de los muertos), participando en entrenamientos militares, ha dejado pasmado a medio país.

Entre otras razones porque todo parece indicar que estamos ante un patrón de discriminación y muerte. Un patrón funesto. Que atañe a los más profundo del ser mexicano: la niñez. El mexicano es un Estado nacional contrahecho.

La primera conclusión que surge de las imágenes es que grandes regiones del país se encuentra en total desamparo. Sí, desamparo. En el abandono. Tomadas por el crimen. Por lo menos las que sirven de asentamiento a los pueblos indios. Se ha regresado –se les ha regresado– al estado de naturaleza.

En el que la sobrevivencia de las personas esta en función de la fuerza bruta y del más fuerte. A eso y no a otra cosas obedece la repentina conformación de las llamadas policías comunitarias, a la ausencia de gobierno, a la claudicación del Estado, y que tanta crítica genera entre gobernantes y defensores del régimen.

El contrato social mexicano está roto. No lo rompieron los indios, los que para su constitución en la segunda década del XIX no fueron consultados, ni tomados en cuenta. Al cabo no eran propietarios de nada. Vaya, ni siquiera se daban a entender en español.

Aun así, con ese menosprecio, y con el recelo del caso, aceptaron someterse al nuevo Estado y manifestaron obediencia a la Constitución surgida de aquel.

Aunque en el acto la Constitución se tradujo en el principal enemigo de sus anhelos y razón de sus existencia como naciones subordinadas: la propiedad comunal de la tierra.

Juárez, para mencionar una figura portentosa de aquella época, y de gran culto en este momento, el gran liberal, “aprendió a utilizar la ley y la ilegalidad”, no para el bien de las mayorías, sino para afianzar su dominio sobre ellas.

El juicio no es del escribiente, se encuentra en Ciudadanos imaginarios el libro ilustre de Fernando Escalante Gonzalbo (Colmex, 1999).

Como nación somos descendientes del embuste, lo imaginario, la ficción, de las disputas acaloradas de unos cuantos notables criollos, los blancos entendidos de la época, que se arrogaron el derecho de organizar al nuevo Estado Mexicano.

Procedieron a la fundación nacional no en base a los intereses de la Nación de naciones que era el México entonces, y como ahora mismo lo sigue siendo, no obstante el embate modernizador del Estado, sino que procedieron, insisto, en base a los intereses exclusivos del grupo fundador. En el engaño-justificación de que los suyos eran los de todos.

Siguiendo al autor mencionado, el siglo XIX mexicano fue una comedia de equivocaciones. Donde nada es lo que debería ser. Es un tiempo extraño y confuso donde los demócratas fabrican elecciones, los militares hacen carrera en la desobediencia y l indisciplina, las leyes se veneran más cuanto menos se cumplen, los empresarios alimentan con gusto la inseguridad, y los patriotas buscan el camino de Veracruz”, (porque por ahí se abandona México).

En prácticamente doscientos años (1821-2021), nada ha cambiado. Los indios siguen postrados en el último peldaño de la escala social y siguen siendo objeto de asedio del propio Estado, del crimen organizado, de la globalización y los “proyectos de muerte” y en general de la discriminación, la base “moral” que lo justifica todo contra ellos. Hasta la inacción de las autoridades.

Quien mas ha alertado sobre la condición de miseria y desamparo (una especie de genocidio silencioso) de los pueblos indios no son los gobiernos nacionales, son los organismos internacionales. Son los que han aportado, diagnósticos, estudios, visitas de reconocimiento e informes.

Al azar tomo las declaraciones de un par de años atrás de La Relatora Especial de la ONU, Victoria Tauli-Corpuz, sobre los derechos de los pueblos indígenas en nuestro país.

Entre otras, encontró un peligroso patrón de exclusión y discriminación, que se refleja en la falta de acceso a la justicia; violatorio de los derechos humanos.

Un grado de impunidad de un 99%, de violaciones de los derechos humanos de personas indígenas, en casos de feminicidios, masacres, asesinatos, trafico de personas, o despojo de tierras.

Violencia contra los indígenas que luchan por sus derechos, en en los casos de implementación de megaproyectos, sin consulta previa, violando leyes.

Señaló que el 35% (2017) del territorio nacional está afectado por más de 29,000 concesiones mineras, hidroeléctricas, y de energía eólica. El 17% se encuentra en territorios indígenas.

El país se encuentra atrapado, en la oscuridad, en medio de un túnel sin salida. Ayer corrió la voz en Puebla que el defensor de un río de la contaminación industrial, Miguel López, fue aprendido (emboscado) cuando salía de una audiencia en la Secretaría de Gobernación. Se le acusa de ataques a las vías de comunicación.

Chayo News 1. Hablando de población indígena y del esfuerzo por persistir como lo que es, con sus diferencias y particularidades, es decir con su cultura, danzantes de Pantepec, en la Sierra Norte de Puebla, a través de uno de sus mayores intelectuales visibles, el poeta Manuel Espinosa Sainos (https://www.facebook.com/manuel.espinosasainos), solicitan de nuestro apoyo. No quieren compromisos con la autoridad, están por la independencia, así que están en una campaña de fondeo para comprar sus ajuares festivos. Aquí el mensaje.

“Sin danzas no hay fiesta, dicen los abuelos. Quizás por eso desde hace años se han esmerado en conservarlas porque saben que éstas constituyen una de las expresiones culturales más importantes de nuestros pueblos. Lamentablemente en nuestros pueblos la gente gana poco y tiene que trabajar semanas para ahorrar y conseguir para el vestuario si quiere ser parte de una danza, además de que debe destinar varios días para el ensayo previo a la fiesta, esto ocasiona que muchos se desanimen y poco a poco la danza vaya desapareciendo. Hay danzas que han desaparecido ya.

Por este motivo, les hago la invitación para apoyar primeramente a la danza de los tejoneros de nuestro municipio de Ixtepec que en esta ocasión no tienen recursos para comprar su vestuario nuevo. Son 18 danzantes a los que hay que vestir y para ello se requiere comprar telas y demás accesorios. Los que quieran sumarse a este esfuerzo nos mantenemos en comunicación y nos reunimos para ver la manera de entregar el recurso con la finalidad de transparentar su uso. Ojalá se animen con lo que puedan.

Chayo News 2. Estoy trabajando en un caso de corrupción escándaloso en una de delegación del IMSS, en el norte del país, que involucra a directivos, sindicato, laboratorios privados, autoridades de derechos humanos y jueces. Todos confabulados en una gran simulación para robar a los enfermos de cancer. El patron de Veracruz se repite allá. Esperemos que su director, Zoe Robledo, haga la diferencia entre el pasado y la 4T.