El Sr. López, en recientes declaraciones –retadoras por cierto- ha empleado la palabra “argucia” (argumento presentado con agudeza). Resulta curioso pues, que el maestro del arte del poderoso dominio del habla, diga “argucia” como el burro hablando de orejas; con dicho planteamiento comparto éstas líneas para desahogar las controversias que me provoca el  desenvolvimiento del Sr. López en la escena pública de nuestro país. 

Demagogo y especialista en crear escenarios ficticios, satanizando a algunos personajes de la vida pública mexicana, pero más allá de los personajes, debilitando de forma profunda e irresponsable nuestras instituciones; con el puro interés de que prevalezca su martirio, su imagen de perdedor trágico; de victima del sistema. 

Lejos de ser una victima, es un ludópata de éste mecanismo de egos y ambiciones. 

Se jacta de ser un gran demócrata, pero en los hechos, su vocación es cuestionable; la premisa democrática  de pesos y contrapesos o el pluralismo son elementos con los que el Sr. López no comulga; en su movimiento sólo hay una voz, la suya, por lo tanto, su demagogia se convierte en verdad absoluta; dogmas; hecho que lo ha norteado, endiosado por su círculo; que incluso lo ha llegado a llamar “mesías”. 

El señor López innegablemente, es líder de una enérgica base social que se hace llamar la “izquierda mexicana”, su coalición electoral se llama Movimiento Progresista; ¿Progresista?; como líder de la izquierda en México, en dónde está el compromiso de impulsar junto con su base social una agenda progresiva ¿qué agenda impulsó a favor  de los mexicanos del 2006 al 2012?, ninguna. Jamás se le vio defendiendo los derechos de la mujer a decidir sobre su cuerpo, luchando por grupos vulnerables y sus libertades (LGBT, indígenas, etc), promoviendo un justo sistema de seguridad social, haciendo una crítica seria hacia el materialismo y la admiración a los mercados no regulados, o por ejemplo exigiendo al Gobierno Federal cuentas sobre la Estela de Luz; esas luchas para él no valen la pena, para el Sr. López sólo es válido luchar cuando de ganar, termine obteniendo el poder. 

Será duro para sus enérgicos seguidores, pero el Sr. López no es ni Papa del siglo X ni monarca del siglo XVII, tampoco luchador de sensibles causas; su motor es la búsqueda de poder y para ello no le importa debilitar a nuestro país;  su vocación maniquea nos divide. 

Se lo pedimos millones, Sr. Andrés Manuel López Obrador, maneje su liderazgo de forma responsable. Basta de agresión, México urge de reconciliación. 

*Ante la ola de ofensivas que me esperan por ésta columna, y por mi muy orgullosa militancia priista, les digo a ustedes: cuestiónenme pues respetaré su opinión siempre; no sean radicales, tampoco feligreses; cuestionen a su líder.