Beteta

Desde hace varios años, una vez a la semana me llama Arcelia Reyes, productora del noticiero de Óscar Mario Beteta en Radio Fórmula

Se supone que me toca participar los lunes en el programa de Beteta, pero normalmente no ocurre así. Es decir, Arcelia llama cuando se le ocurre, cuando se acuerda o cuando necesita rellenar el noticiero con cualquier cosa. No me enojo, todo lo contrario: es un privilegio participar en un espacio periodístico tan importante.

Esta semana Arcelia se comunicó conmigo hasta ayer viernes, cuando de plano yo pensaba que ya no me iba a llamar.

Me preocupé cuando identifiqué el teléfono de Radio Fórmula. Convencido de que no realizaría ningún comentario para el informativo de Óscar Mario, no había preparado ningún tema. Así que me vi obligado a improvisar.

AMLO y los empresarios

Decidí comentar tres artículos publicados ese día sobre las relaciones de AMLO con los empresarios de México: el de Carlos Mota, columnista de El Heraldo de México; el de Verónica Malo Guzmán, colaboradora de SDP Noticias y también de El Heraldo, y el de Manuel J. Jáuregui, seudónimo de uno de los propietarios de Reforma, de la Ciudad de México (él firma como El Abogado del Pueblo en El Norte, de Monterrey).

Mota decía que la comida del presidente López Obrador en casa de Alberto Baillères ha sido “la piedra angular” que faltaba para que los principales inversionistas mexicanos empezaran a confiar plenamente en la 4T. Malo Guzmán añadía un dato fundamental que Mota olvidó mencionar, el nombre de Alfonso Romo, “el otro invitado a la comida de AMLO en casa de Baillères”, y Jáuregui (Abogado del Pueblo) informaba que investigó un poco —tiene buenos amigos entre los potentados— y llegó a la conclusión de que son muy buenas las relaciones de Andrés Manuel con los grandes capitalistas mexicanos.

El Diablo

Cuando pensé que se había terminado el tiempo de mi participación semanal en Radio Fórmula, le dije a Beteta, muy brevemente, que Malo Guzmán en SDP Noticias había señalado que un importante hombre de negocios regiomontano, José Antonio El Diablo Fernández, no se ve interesado en colaborar con el gobierno de López Obrador, ya que no ha acudido a las reuniones de empresarios regios con el presidente de la República.

Ese iba a ser el final de mi comentario, pero Óscar Mario me pidió esperar a que pasara el tiempo de los comerciales para que profundizara en el tema de El Diablo.

Mientras me entretenía viendo WhatsApp —para que no se me hicieran pesados los tres minutos de comerciales— me llegó el mensaje de un amigo bastante informado acerca de temas empresariales: “El Diablito anda de activista de oposición, ¿o cómo explicas que el Tec, que José Antonio Fernández controla, contratara tan rápidamente a Urzúa?”

El Tec como partido político

Era cierto: Alejandro Poiré, director de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, contrató a Carlos Urzúa en cuanto este renunció —de muy mala manera, con absoluta deslealtad a AMLO— a la Secretaría de Hacienda.

Al volver a mi comentario con Óscar Mario Beteta eso dije: que El Diablo Fernández tuvo que haber autorizado la contratación de Urzúa, el economista que tan poco ético se vio al dejar el gabinete del presidente López Obrador.

Pensé que no tiene tamaños para tomar decisiones tan relevantes en el Tec el mediocre, antidemocrático, lamentable Poiré, quien participó como funcionario del IFE en el fraude electoral de 2006 y que fue secretario de Gobernación de Calderón al final de su sexenio.

Especulé enseguida en el programa de Beteta que si El Diablo Fernández se atrevía no solo a desairar las reuniones empresariales con Andrés Manuel, sino que llegaba al extremo de desafiar al presidente de la República con actitudes como la de contratar a Urzúa inmediatamente después de que se fue —de muy mala manera— de la SHCP, ello solo podía significar que el más alto directivo de FEMSA estaba jugando a la política de oposición, algo a lo que desde luego tiene derecho, pero que por elemental sentido de la ética debería expresar con toda claridad.

Proceso y la derecha empresarial

Mi especulación de ayer viernes se convirtió en algo mucho más serio hoy sábado en la noche, cuando ha empezado a circular la revista Proceso de la semana que inicia mañana domingo.

La portada del semanario fundado por Julio Scherer es contundente: “Proyecto ‘Alternativa por México’. Los patrones preparan su asalto al poder”. Enseguida una síntesis:

√ “Con el apoyo logístico de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey —dirigida por Alejandro Poiré, excolaborador de Felipe Calderón—, la Coparmex impulsa su propio proyecto de nación para reclutar a por lo menos mil 320 líderes, convertirlos en ‘agentes ciudadanos del cambio’ e integrarlos a la política a partir de 2021”.

√ “El proyecto, que impulsa Gustavo de Hoyos, dirigente nacional del organismo empresarial, prevé realizar foros de reclutamiento en 22 estados del país, el primero de los cuales se realizaría el 15 de agosto en Saltillo, Coahuila”.

√ “Los patrones de México construyen su propio ‘Proyecto de nación de largo plazo’, alternativo al del presidente Andrés Manuel López Obrador, y han comenzado el reclutamiento de miles de ‘líderes’ en el país para” que participen en procesos electorales.

√ “Un ‘aliado estratégico’ del proyecto es el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) que, a través de su Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, que dirige Alejandro Poiré, secretario de Gobernación de Felipe Calderón, capacitará a los ‘líderes’ que estarán listos para participar políticamente en las elecciones intermedias”.

√ “Entre los ‘instructores’ definidos para el plan de Coparmex-ITESM se enlistan, además del propio Poiré —quien reclutó a Carlos Urzúa tras su renuncia a la Secretaría de Hacienda del gobierno de López Obrador—, al diplomático Miguel Ruiz Cabañas, el exfuncionario de Pemex Carlos Elizondo Mayer-Serra, al analista Jesús Silva Herzog-Márquez y al exconsejero electoral Arturo Sánchez Gutiérrez”.

Es decir, El Diablo quiere meter la cola en las elecciones mexicanas. Se vale, tiene derecho. Pero, insisto, el poderosísimo empresario José Antonio Fernández Carbajal, que controla Femsa y el Tecnológico de Monterrey, debería ser honesto y admitirlo. Esto es, no solo tirar la piedra a través de gente menor como Poiré para tener la oportunidad de esconderse cuando empiecen los problemas. Que empezarán, claro que empezarán porque en la política electoral lo más abundante son, precisamente, los líos de todo tipo.