La crisis en Cataluña ha sido calificada como la más dura por la que ha atravesado España después del fin del régimen franquista. Este conflicto pone a prueba la cohesión de esta comunidad autónoma y la de España, pero también, sacude a la Unión Europea.

Es un movimiento complejo. Buscan su independencia y son pro-europeos pero de una manera insólita, pues sus acciones afectan precisamente a Europa.

Por otra parte, resurgen desde el debate de la debacle del Estado-nación, el espectro de Franco y la compleja histórica relación entre Madrid y Cataluña, hasta incluso, las penosas acusaciones de corrupción en contra del PP.

Todo indica que en Cataluña existe un déficit de política y un exceso de emoción. Dos constantes altamente inflamables.

Sería lógico pensar que el ingrediente de “egoísmo económico”, que ha sido un factor clave en los movimientos independentistas y que grosso modo consiste en que las regiones más ricas, deseen separarse de las más pobres, sea también parte de este entramado. Sin embargo, no parece ser esta una variable verdaderamente sopesada por los independentistas.

Los pronósticos en torno al “fin” de este conflicto, son un tanto cuanto negativos.

No obstante, no es necesario ser futorólogo para únicamente observar desde ahora los estragos de esta crisis.

Durante las últimas semanas, los catalanes han sido testigos de una enorme migración de empresas. Según el último conteo, alrededor de 1.500 compañías han abandonado la región, aunque nadie aún se atreve a evaluar las pérdidas tributarias asociadas con estas salidas, seguramente son bastante grandes.

CaixaBank, siguiendo los pasos de Sabadell, abandonaron Barcelona ante la amenaza -ahora hecha realidad-, de una declaración unilateral de independencia que los hubiese dejado fuera del Eurosistema, y por lo tanto, sin la liquidez del Banco Central Europeo (BCE).

Y si bien, ambas son entidades financieras, para cualquier otra empresa que deba decidir entre un mercado con apenas 7.5 millones de personas como lo es el catalán, a uno con más de 500 millones que representa la Unión Europea, la decisión es simple.

Ante esta compleja situación y retomando las palabras de la Alcaldesa independiente de Madrid, Manuela Carmena, la aplicación del artículo 155 de la Constitución fue, ”inevitable e indeseable”. Siendo una de las primeras medidas para poner en marcha este artículo, la convocatoria a elecciones autonómicas en Cataluña para el próximo 21 de diciembre.

Estas elecciones podrán ser una oportunidad para que quienes apoyan la separación de Cataluña, analicen objetivamente los proyectos de los independentistas y sobre todo, hacia dónde los llevarían esos proyectos; pues hasta ahora, los únicos argumentos a favor de la independencia parecen ser puramente emocionales.

Cataluña ha sido un laboratorio artístico y arquitectónico que se ha mantenido próspero en gran medida debido a que sus habitantes habían logrado entablar una dialéctica con sus vecinos. El mejor de los escenarios será que este conflicto concluya de una forma política; es decir, por medio de las urnas, del diálogo y de la inventiva institucional.

De tal forma, la democracia española habrá sido rescatada y reforzada. Y aunque esto no asegure el retorno de los ya emigrados, sí asegurará una paz social y un progreso democrático a la región de Dalí, Gaudí y Vázquez; que razonablemente, merecen una Barcelona catalana, española y europea.

*Abogado egresado de la UANL y posgraduado de la Universidad de París I-Sorbonne.

@ErnestoEmilioE1