El debate fue uno y sin embargo, los mexicanos vimos distintos debates. El escenario fue el mismo, los protagonistas también, pero cada quien vio lo que quiso o lo que pudo ver.

 

Si preguntamos a un partidario del PRD, éste dirá que Andrés Manuel estuvo regio, sereno, hablando de lo más importante para el país, que sin duda es el saqueo de que ha sido objeto. Para el perredista, Andrés Manuel ganó, ubicó a Peña Nieto en su sitio (el basurero) y le dejó ver muy claro que es un delincuente que pretende ser Presidente.

 

Por su parte, un panista sostendrá que Josefina ganó, porque fue la única que llevó propuestas, que alternaba con verdades amargas del pasado de Peña, arrinconándole en un callejón sin salida que le obligó a dar patadas de ahogado gritando las “inasistencias” de la panista al Congreso; total, es preferible faltar a las sesiones del Congreso que matar, violar, encubrir y traicionar.

 

Los seguidores del “Nuevo PRI”, dirán que Peña supo defenderse y atacar a sus contrincantes; que le dijo dos o tres verdades a Andrés Manuel y que fue implacable con Josefina; entonces… Peña ganó el debate, porque contra todos aquéllos que creen que es un títere sin cerebro, demostró que sí las puede.

 

Todo esto ya es digno de Ripley; pero lo que nos reprueba como país, es el hecho de que mientras PRI, PRD y PAN se peleaban como salvajes en un circo romano, para beneplácito de los espectadores, el señor Quadri, que nos dio la versión civilizada de un debate, salió sobrando en el show. A todos nos importó un comino que Quadri presentara verdaderas propuestas; es más, muchos aprovecharon sus intervenciones para ir al baño, dormir al niño, echarse un quickly, bajar por las chelas, ver el partido de fútbol, etc….

 

Y es que a Quadri le vemos como un engendro de Elba Esther, sin saber, a ciencia cierta, qué hizo esta señora para que resultara tan buena su exposición… ignoramos si usó brujería, si llevaba apuntador o si tal vez es realmente alguien pensante; pero al grueso de los mexicanos nos importa muy poco lo que haga, lo que diga y lo que piense, porque sabemos que al final del día se bajará los calzones con quien mejor negocie con la maestra.

 

…Y el toque final, el que no podía faltar en nuestro México querido, fue la hoy famosa edecán… sin comentarios.

 

Ha pasado ya el primer debate y la realidad es que seguimos igual, a la deriva, en un mar de turbulencias, sin tierra firme a la vista; y estamos así porque no nos damos cuenta de que los únicos que podemos hacer de este país un mejor lugar para vivir, somos nosotros mismos; el sueño de que llegue un líder y nos salve de la miseria, del narco y del crimen organizado, es sólo eso, una fantasía que únicamente sucede en las novelas rosa. Estamos obligados a despertar y a trabajar en nuestra educación, en la formación de los niños, porque un niño no se duerme hoy siendo un ángel y despierta mañana siendo un delincuente; somos nosotros quienes sembramos en ellos la semilla cuyos frutos recogeremos, satisfechos o aterrorizados, el día de mañana.

 

De manera que sería bueno intentar ver el próximo debate sin buscar quién desacreditó a quién; quién exhibió a quién; quién perdió y quién ganó ¡No! Debemos ver el debate buscando aquellas señales que nos permitirán ayudarnos unos a otros para tener un mejor país.

 

Está probado que para vivir en paz no es suficiente trabajar de sol a sol, ni ser honrados y emprendedores, sino que es indispensable aprender a usar la palabra solidaridad, solamente practicándola, incluso por conveniencia propia, comenzaremos a sembrar ese México añorado, que será la herencia que dejaremos a nuestros hijos y a las generaciones venideras.

 

Violeta Valle P.,  “Falsaria” para Federico Arreola