Leí con mucha atención el artículo del New York Times. Varias veces, pues es difícil encontrar, a la primera, de dónde está asida esa afirmación tan conocida por el vox populi y tan poco documentada para la realidad contemporánea: que en México los medios están controlados. 

("Using Billions in Government Cash, Mexico Controls News Media")

El NYT no trae datos suficientes, pero estos son fáciles de encontrar.  Yo regresé a reportajes serios (no citados, por cierto), que han dado cuenta, con investigación documental, de los miles de millones que gastan los gobiernos en México en propaganda, y de la tendencia a la alza que ha habido en el gasto en comunicación social del gobierno federal. Hasta septiembre, el monto superaba los 7 mil millones de pesos. Eso es verdad, verdadísima documentada, aunque no lo haya hecho el NYT. Encontré datos en El Economista y en Sin Embargo. Pero hay muchos.

El reportaje del NYT se basa principalmente en testimonios que aluden a cuatro importantes medios mexicanos: Excélsior, El Universal, La Jornada y Milenio. Son testimonios válidos de personajes relevantes, pero nos queda a deber tanto con el monto como con la dependencia de esos medios al gobierno federal. Es importante, para la vida pública, la libertad de prensa y la salud financiera, saber si esos millones son el 100, el 80, el 40 o el 15 por ciento de la facturación de esos medios. Es crucial saber cuánta dependencia hay y es vital que la lupa se amplíe. Esos cuatro medios ni de lejos representan la tercera parte del consumo noticioso en el país.

Pero más importante aún es que conozcamos qué implica la transferencia de recursos. Puede implicar mordaza, propaganda (fotos en portada o “positive stories” como las que busca Trump) y, en el mejor y más remoto de los casos, información útil institucional.

Para saber si el dinero es mordaza o no, lo pertinente es evaluar la información publicada sobre Peña, su gabinete, sus reformas, sus escándalos, y buscar una correlación entre eso y los recursos federales que obtienen los diarios.  Eso no nos lo trae el New York Times.

Lo que sí nos trae, y es muy importante, es el recordatorio del millonario y ofensivo gasto en medios de comunicación. ¿Eso es horrible? De entrada sí. Pero si es propaganda, es peor. Y si es mordaza ya estamos en el más devastador de los mundos, porque ahí se vulnera el derecho a la información y se agujeran las columnas de la democracia. Pero eso no nos lo trae el NYT.

El NYT pudo extraer varias conclusiones pero le faltó fuerza a su información. Es una pena, pero no puede determinar si es mordaza, propaganda o gasto en cuatro periódicos mexicanos. Y por lo tanto, mucho menos puede afirmar, en general, que los medios mexicanos están controlados. 

Para esa conclusión falta mucho trabajo periodístico, algo de comprensión sobre el sistema político mexicano entre 1976 y 2017, documentación cualitativa sobre la información, datos cuantitativos sobre los recursos y algunos apuntes sobre las diversas fuentes de información en nuestro país.