Las ciudades fueron creadas para brindar seguridad y oportunidades a sus habitantes.

Hoy la realidad nos dice que las ciudades mexicanas están muy lejos de ser eso y son, en contraste, incubadoras de inseguridad y espacios que multiplican la desigualdad y cierran la puerta de las oportunidades a sus habitantes más pobres.

Y si bien las complejidades urbanas se han convertido en un reto global, hay que reconocer que abundan los ejemplos de países cuyas ciudades están haciendo las cosas muy bien, y sobre la base de planes integrales que centran sus objetivos en el desarrollo humano.

¿Será que las ciudades mexicanas permiten elevar el grado de desarrollo humano? Pues la verdad es que no...Todo lo contrario...

¿Tenemos las ciudades que merecemos? Pues sí... Tenemos lo que merecemos en la medida en que no hemos exigido que los gobiernos tomen acciones concretas en materia de planeación, regulación y gestión urbana.

Todos permitimos que la planeación urbana nunca fuera una prioridad... Así que hoy no podemos quejarnos de las consecuencias de haber dejado a la deriva la transformación urbana.

Y no se trata de pecar de pesimista, sino de reconocer que en nuestro país se ha dado muy poca importancia a las ciudades y que eso lo vemos reflejado en manchas urbanas desordenadas, inhóspitas e ineficientes... 

Tenemos las ciudades que nos merecemos por no haber entendido el papel que ellas deben jugar en los procesos de desarrollo social, económico y ambiental... Y por tampoco haber entendido que las zonas urbanas se transforman sin esperar que gobiernos y ciudadanía hagan su parte y trabajen unidos en la planeación, construcción y gestión de esas ciudades que tanto necesitamos.

El hecho es que las ciudades mexicanas han sido fruto de la casualidad y no, como tendría que haber sido, resultado directo de un proceso integral de planeación, regulación, inversión y gestión urbana, planteado para alcanzar objetivos muy específicos.

Pero el caso es que tenemos ciudades que difícilmente responden a las muy altas expectativas que tenemos para el desarrollo nacional.

Y eso se ve reflejado en que ante esa falta de objetivos y planeación, la naturaleza toma su rumbo y provoca que las ciudades se vayan transformando en forma anárquica y sin crear las condiciones que debieran respaldar un verdadero Plan Nacional de Desarrollo.

Fue muy importante que durante la anterior administración se sentaran las bases para iniciar una verdadera Reforma Urbana, y lo es más el hecho de que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador haya tomado entre sus prioridades el ordenamiento territorial y el desarrollo urbano.

No será un camino fácil el que tendrá que recorrer Román Meyer Falcón al frente de la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, territorial y Urbano), que desde el ámbito federal, tendrá que crear condiciones que deriven en que los gobiernos locales planeen y gestionen mucho mejor sus zonas urbanas.

El reto fundamental es poner en sintonía la agenda urbana con el Plan Nacional de Desarrollo, en busca de que las ciudades se conviertan en la estructura física que permitirá que se lleven a cabo con eficiencia y armonía todos los programas de desarrollo económico y social.

Se trata de lograr que las ciudades se conviertan en esas estructuras físicas capaces de consolidar vocaciones urbanas, crear calidad de vida y vincularse en forma sustentable con el medio ambiente.

Se trata, por supuesto, de coordinar esfuerzos para poder canalizar recursos tanto de los tres órdenes de gobierno, como de la iniciativa privada, a fin de crear todas las infraestructuras indispensables para construir eficiencia y futuro urbano.

Este proceso implica lo mismo planear y gestionar el crecimiento futuro de las ciudades, que sumar al proceso todo tipo de acciones e inversiones encaminados a consolidar las manchas urbanas existentes.

Porque plantear el futuro urbano empieza por atender rezagos en infraestructura y por reconocer que la esencia de la ciudad está en la capacidad que se tenga de crear calidad de vida para todos sus habitantes... Para todos... Ricos y pobres... Asumiendo el objetivo de hacer de la ciudad instrumento que permita reducir la desigualdad.

¿Vivienda? Por supuesto, si la esencia urbana está en la gente, nada hay que refleje mejor lo que la ciudad debe representar para sus habitantes que el acceso a una vivienda adecuada... Una vivienda que le abra las puertas a todas las oportunidades que debe implicar una ciudad.

Porque debe quedar claro que una ciudad que no genera condiciones para que todos sus habitantes encuentren respuesta a su demanda de vivienda, es una ciudad fallida.... Es simple; sin viviendas, no hay ciudad.

De vuelta pues a la pregunta inicial;

¿Tenemos las ciudades que merecemos? Sí....

¿Queremos cambiar esta realidad y tener las ciudades que necesitamos tener? Bueno, pues eso no viene en el cereal... 

El futuro urbano se construye a partir del esfuerzo coordinado de gobiernos, sociedad e iniciativa privada... Un esfuerzo coordinado que unifique visión, objetivos y estrategias, y que reconozca el papel que a cada parte corresponde en el proceso. 

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano