No había servicios médicos en el municipio de la Perla Veracruz  y tuvimos que llevar a Kevin al hospital más cercano para que lo atendieran de una fractura de cráneo; jugando el niño de 9 años se había caído de cabeza de más de dos metros de altura. Al llegar al Hospital Regional de Río Blanco Veracruz, después de una hora de camino, por cierto en mal estado,  los médicos se hicieron cargo del muchacho.

Menos de una hora me llevó darme cuenta de que en el hospital fuera del equipo humano no había nada. Las instalaciones sucias y descuidadas, las camas rotas, la alimentación deficiente, los equipos inservibles en su mayoría, los inventarios de medicamentos mermados. Olía mal.

Es usted licenciado, me preguntó un joven en la puerta del Hospital Regional de Río Blanco. Cuando le respondí que sí, me dijo desesperado, ayúdeme a sacar a mi señora, “la traje” enferma hace días y no me la devuelven si no les pago cinco mil pesos. Estamos hablando de un hospital  financiado con recursos públicos de la SSA orgulloso de su visión:

“Ser una organización líder en la atención médica de alta especialidad, resolutiva, con equidad, cultura, de calidad, seguridad a los usuarios, vinculada a la sociedad, sustentable, comprometida con la educación continua y la investigación” y que entre sus valores enumera, ¡créamelo! La responsabilidad, el compromiso, la disponibilidad, la honestidad, la humildad, la tolerancia, la disciplina, el respeto, la creatividad, la lealtad, la equidad, la veracidad, la confiabilidad, el orden y el humanismo. Quince valores, nunca había visto una lista de valores tan larga como empolvada.

Días antes había visitado algunas escuelas de comunidades cercanas, también carentes de lo más elemental. Los caminos en mal estado. Son los costos de la corrupción.

No nos queda más, como profesional de la comunicación, que sugerir a los candidatos en estos días de campañas, que visiten hospitales y escuelas, que recorran los caminos abandonados que la población sufre por los niveles de corrupción de sus colegas, conocidos, correligionarios de partido o simplemente de sus antepasados.

El mensaje que me atrevo a proponer como indispensable, inicial y básico en cualquier campaña, es un mensaje de perdón y compromiso, un mensaje de solidaridad con los que sufren, de aceptación y reconocimiento de los errores del pasado. 

Quien gane las elecciones de los próximos meses no será el que más ataque a sus contrincantes ni siquiera el que mejor expediente tenga, será el que sepa leer la mirada de millones de mexicanos que en silencio expresa resignación y abandono y pueda con claridad explicarles que han sido saqueados, que merecían más de lo que han recibido, que se merecen una disculpa.

Los candidatos –@alfredodelmazo @lopezobrador_ @RafaMorenoValle , etc.- no están para perdonar a nadie, están para pedir perdón, un perdón tan  inteligente como sincero.

El candidato es el mensaje, es por ellos que solamente un candidato dolido de verdad podrá vestirse de autenticidad y convencer al pueblo.