Los rumores que se han desatado en los últimos días sobre cambios en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador son comunes al inicio del segundo año de un gobierno, cuando el presidente en turno asume completamente el poder, y se quita de compromisos y pagos de facturas o bien, traiciona acuerdos.  

Todo indica que AMLO a partir de ahora, se deshará de compromisos y de personajes que no estén de acuerdo con él. 

Bajo esta lógica, el compañero presidente empezará un proceso de aislamiento muy peligroso para su gobierno y desde luego para México. 

Los cambios que empezaremos a notar se pueden resumir al menos en tres vertientes: 

√ Terminar acuerdos y pactos con quienes financiaron su campaña y que ahora ya le estorban o se han vuelto exigentes en el cumplimiento de acuerdos. 

√ Imponer la sumisión absoluta de sus colaboradores, es decir, que nadie se atreva a cuestionar sus decisiones o la visión personal e idílica que tiene de México.

√ Mandar a Joe Biden y al resto de la comunidad internacional el mensaje de que nadie se meta con él.

√ Al cumplirse los dos primeros años del gobierno de AMLO, ahora veremos la radicalización de la 4T.  

En el proceso de aislamiento que ha iniciado el compañero presidente, destaca también su negativa a hablar con quien no piense como él.

Cuando lo cuestionaron acerca de su disposición para encontrarse con los gobernadores aliancistas y con dirigentes de partidos de oposición, su respuesta categórica fue que para qué hablar con ellos: “Es que vamos avanzando bien en el propósito de transformar al país. Y lo dije desde el principio, no voy a permitir que se manipule la investidura presidencial, que se utilice la institución presidencial con propósitos políticos, con propósitos electorales. No lo voy a aceptar”. 

Él no hablará con nadie que pretenda sugerir algo distinto a su mesiánico pensamiento. El proceso de aislamiento que está por iniciar el camarada presidente normalmente deriva en proyectos fascistas.  

AMLO ahora es el dueño absoluto del poder y por ello moverá las piezas de su gabinete hacia sus ocurrencias y obsesiones, además, con la elección de 2021 a la vuelta de la esquina, buscará imponer candidatos a los cargos que se disputarán y hará lo que sea para ganarlas a como dé lugar. 

Los cambios que vienen

El primer cambio y sacudida del gabinete, fue la salida de Alfonso Romo, un personaje incómodo para la 4T, que llegó bajo la sombra de Salinas de Gortari y cobijado por un cierto grupo de empresarios de Nuevo León que buscaron fortalecerse con la 4T. 

AMLO justificó la salida de Romo diciendo que había un plazo convenido de dos años y ya se cumplió. Lo cierto es que, como bien lo documenta Mario Maldonado en su columna de El Universal, la salida de Romo se dio por el hartazgo que el nuevoleonés tenia de AMLO y su círculo cercano. Al igual que sucedió con otros funcionarios de alto rango que se fueron, el rasgo distintivo es el hartazgo.  

Romo apoyó la reforma energética a contrapelo de Rocío Nahle y del golpeador de Paco Ignacio Taibo. En finanzas se peleó con Carlos Urzua y en Medio Ambiente con Víctor Manuel Toledo. Si bien, todos estos personajes salieron despotricando en contra de la 4T y confrontados entre ellos, incluido Romo, lo único que los unía es que, todo cuanto ofrecían al sector privado, salía al revés, por decisión exclusiva de AMLO. 

Dice el dicho que “cuando veas las barbas de tu vecino cortar…” y dentro del gabinete hay más personajes que pueden correr la misma suerte que Romo. Ahí está el secretario de Hacienda, Arturo Herrera quien es heredado de Urzua y mantiene un criterio racional sobre la política económica y financiera que resulta contrario a la política económica que quiere imponer Andrés.  

Otro que el “ala dura” quiere quitarse de encima, es el canciller Marcelo Ebrard. Lo han querido mandar la Secretaría de Seguridad o a su casa. Pero el canciller es quien ha dado la cara para mantener la cierta congruencia y algo del prestigio internacional que aún le queda a AMLO. 

Eso sí, hay un grupo, cuya sumisión los vuelve “intocables” ahí están los amigos de los hijos del camarada o sus paisanos como Román Meyer, Javier May, Jorge Arganis Díaz Leal y Luisa María Alcalde.

Otros más del ala radical que son sus incondicionales —hasta que ya no le cumplan, claro— como Rocío Nahle, Irma Eréndira Sandoval y Raquel Buen Rostro.

Lo cierto es que el proceso que ha iniciado el compañero presidente, lo puede llevar a aislar cada vez más al país y las consecuencias podrían resultar catastróficas.