¿Dónde quedó el presidente legítimo: Andrés Manuel López Obrador de 2006? Se fue en la toma de protesta de Calderón y ahora toma fuerza con la salida de Enrique Peña Nieto. Porque si bien no tuvo mandato, AMLO estuvo presente en cada momento durante estos doce largos años, siendo la sombra ominosa de sus adversarios políticos.

Desde la República amorosa hasta el Tren Maya, las propuestas del tabasqueño siempre han estado en el ojo del huracán, pero se deben observar como una referencia de un nuevo modelo de gobierno que pretende implementar. Habrá aciertos y errores, claro, sin embargo, debemos ser muy críticos como ciudadanía.

Porque insultar va más allá de decir “Se las metimos doblada”, ¿Acaso insulto no es el “Haiga sido como haiga sido” de Calderón? Me imagino que tampoco es insulto aquel “Ya me cansé” de Murillo Karam; qué decir de la misma desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; insulto es también la misteriosa caída de sistema en las elecciones de 1988 en la que se le arrebató la victoria a Cuauhtémoc Cárdenas.

No, no se trata de estar a favor o en contra de algún movimiento político o popular. El hartazgo se hizo presente y 30 millones de votos con una mayoría en el Congreso afianzaron a AMLO como el flamante ganador del proceso electoral de junio. Tampoco es la figura política de Andrés Manuel y sus seguidores contra el sistema, es el marasmo social que no se contuvo más e inclinó la balanza hacia una alternativa de gobierno diferente.

Por eso, al margen de cualquier preferencia política que se tenga, vale la pena tomar este próximo cambio de gobierno también como un cambio personal. Todos queremos que el país cambie, y esta puede ser una buena oportunidad para reivindicarnos como sociedad. Hay que sacudirnos el polvo y deshacernos de una vez por todas de esos fantasmas que nos han perseguido durante décadas si no es que siglos enteros.

Dice Santiago Ramírez en su libro El mexicano, psicología de sus motivaciones: “El hombre en México ha desplazado y transferido su centralismo histórico; ahora es desconfianza ante lo nuevo. Sólo confía en la pobre tierra que lo nutre; las esperanzas de una vida mejor son visualizados con recelo.”

En efecto, no hay que temer a lo nuevo, lo hecho hecho está y no hay vuelta atrás. Ganar o perder. Estamos a punto de vivir un momento histórico para nuestro país, la alternancia política ha llegado; el cambio como ley de toda la vida tiene que traer consigo cosas positivas y voltear hacia atrás tendrá que ser solamente para juzgar el pasado.

Este es un gran reto para AMLO con lo que, del mismo modo, se tiene que sacudir el polvo que trae entre sus ropas y tendrá en sus manos la oportunidad por la que luchó todo este tiempo con incansable vehemencia. Ahora le toca a él tomar las riendas de la nación; nadie dijo que consensuar en una República como la nuestra es cosa fácil.

Esperemos que por el bien de nuestro país, se pueda comenzar a  cambiar la historia y el rumbo político de México, será complicado y costará trabajo la adaptación social. Las expectativas son altas, de eso tiene que ser consciente el régimen obradorista tiene todo en charola de plata para que la llamada “Cuarta Transformación” pase a la historia como una verdadera genialidad política o un verdadero fracaso.

Después de esos doce años, al fin llegó su día: Andrés Manuel López Obrador, se convertirá mañana en presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. No le falles, Andrés, a quienes depositaron su confianza en ti… de lo contrario, que la nación te lo demande.