En 1976, siendo Presidente de México, Luis Echeverría Álvarez fue nominado para recibir el Premio Nobel de la Paz de ese año, al igual que en estos días nominaron al Presidente Donald Trump por participar en el proceso de paz entre Israel y Arabia Saudita, pero, quizá, analizándolo desde un punto de vista circunstancial exclusivamente, y en ésta ocasión, sin tintes políticos, la nominación para dicha distinción a Luis Echeverría fue mucho más significativa.

Explico: Todo el Mundo estuvo política y socialmente de cabeza de 1967 a 1970, y no sólo México; ni siquiera la controversial hasta ahora llegada del hombre a la Luna en 1969 pudo enderezar al Mundo, pero el Mundial de Fútbol México 70, aunque parezca algo inimaginable, si lo logró; fue cuando se implementaron las tarjetas amarilla y roja en los partidos, y cuando el Nuevo Mundo venció nuevamente al Viejo Mundo: los brasileños le ganaron épicamente la final a los italianos, herederos directos del Imperio romano, y brilló en ese año, por siempre y para siempre, el gran Pelé.

Y toda esta avalancha progresista mundial se logró, digan lo que digan, y sin tintes políticos, repito, gracias al Presidente de México Luis Echeverría, que estabilizó al Mundo en 1970, y se respiró, con esa nueva década, un nuevo aire.

Yo ya tenía uso de razón, y recuerdo que la seguridad en la Ciudad de México, donde yo vivía, después del Mundial de Fútbol, era exitosamente inigualable, y eso hizo que hubiera estabilidad social, económica, familiar y moral (leer artículo sobre el Centro Histórico en SDP Noticias: Junio 14, 2019).

Pero Luis Echeverría cometió un grave error: haber comparado filosóficamente al sionismo con el racismo, como era tendencia en la ONU, y como no era filósofo en esa época, no pudo justificar que a lo que él llamó racismo no era racismo como tal, valga la redundancia, se refería a ese sentimiento indefinible que ha dañado a la Humanidad desde siempre, y que nadie, hasta ahora, ha podido desterrar.

Pero por suerte, ese incidente ideológico de Echeverría no afectó en lo más mínimo las relaciones diplomáticas entre México e Israel, a tal grado que hasta hoy cualquier mexicano puede viajar para allá, independientemente de su situación jurídica, pero si afectó para que México no lograra galardonarse con el Premio Nobel de la Paz de 1976, a nombre de su Presidente Luis Echeverría Álvarez, quien logró que se llevaran a cabo las Olimpiadas de 1968 en Mexico, y 2 años después el Mundial de Fútbol ya mencionado.