Con gran nostalgia nacionalista leí en las noticias que recientemente aparecieron inundaciones que provocaron las lluvias en los terrenos de las refinerías en construcción de Dos Bocas, parecía que a los cronistas de dichas noticias textualmente les daba gusto el suceso, ¿no se dan cuenta con sus redacciones que Dos Bocas, más que un proyecto, más que una ilusión, es un sueño, al igual que el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya?

Los trenes, particularmente, siempre han tenido un contexto de éxito personal futurista muy significativo, basta analizar la historia del tren transiberiano, o la acuñación de la moneda en México de 5 pesos de plata en 1950, para celebrar la inauguración de la ampliación de la red ferroviaria hacia el sureste del país.

Sólo como ejemplo histórico de lo que significan los sueños, la ciudad de Jerusalén, cuna de las 4 religiones más trascendentes de la historia, se edificó con base en un sueño.

Pero uno de los sueños que no se cumplió en México, y que pudo haber cambiado la historia de este gran país, fue el Hospital Regional de Alta Especialidad Bicentenario de la Independencia del ISSSTE (Instituto Nacional de Seguridad Social y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado), localizado en Tultitlán, Estado de México, el cual lo construyó como un sueño el entonces gobernador del Estado de México: Enrique Peña Nieto.

Yo conocí dicho Hospital a mediados de 2010 cuando participé como candidato para el puesto de director del mismo, después de haber encontrado la convocatoria en el periódico Excélsior pude participar en dicha candidatura por ser egresado del Hospital Infantil de México “Federico Gómez” y, por ende, ser trabajador del ISSSTE.

El Hospital Bicentenario de la Independencia se planeó para ser uno de los hospitales más modernos y completos de México, casi al nivel en recursos y tecnología de hospitales norteamericanos como la Clínica Mayo o el Hospital Johns Hopkins; pero por razones similares a las descritas sobre la refinería de Dos Bocas, esto no pudo ser posible y ni yo fui director del Hospital Bicentenario de la Independencia ni fue el proyecto que se presentó durante su construcción, aunque si hay que reconocer que se mantiene como Hospital de alta especialidad.

Es muy complejo tratar de entender el porqué muchos de los proyectos en México no se llevan a cabo como se planean, porque si así fuera, con el SAM (Sistema Alimentario Mexicano), que se publicitó cuando mis contemporáneos y yo éramos estudiantes de primaria y se nos pegaba esa tonada de: “cultivemos con el SAM…”, hoy seríamos potencia mundial alimentaria (leer artículo sobre el campo mexicano en SDP Noticias: marzo 21, 2019).