“El crecimiento humano se derrama como los ríos: corre hacia las tierras bajas o deshabitadas”

Lázaro Cárdenas

La producción y distribución de energía eléctrica en la actualidad, por los avances tecnológicos que ya existen, debería ser uno de los sistemas más eficientes que existen como parte del motor que llevaría a México a ser potencia mundial, pero, desafortunadamente, uno de los sistemas contraproducentes al mismo, basados en usos y costumbres idiosincráticos y culturales de los más arraigados que existen en este país, y que no permiten dicha potencialización, es, sin dudas, el uso y abuso de los famosos diablitos.

Este sistema de diablitos consiste en colocar conexiones de cables muy ingeniosamente para derivar la energía eléctrica de un lugar de origen a otro para su consumo y que, obviamente, el lugar de origen sea el encargado de su pago.

El principal problema de este fenómeno de los diablitos, que los instalan desde puestos de calle hasta casas, edificios departamentales y empresas, es que nos afecta directamente a todos los mexicanos que hemos pagado la energía eléctrica desde siempre, desde que era administrada por “Luz y Fuerza del Centro”, hasta ahora que se transformó, casi por metamorfosis, en Comisión Federal de Electricidad (CFE), por medio de esos recibos de cartón que llegaban a nuestros domicilios siempre a tiempo por correo ordinario, generándose así una desigualdad social, económica y moral progresivamente más grave entre los mexicanos que si pagamos la energía eléctrica y aquellos a los que se las pagamos por usar ingeniosamente los mencionados diablitos (Ver artículo sobre Luz y Fuerza del Centro en SDP noticias: Julio 10, 2019).

El fenómeno de los diablitos de México podría explicar, desde un punto de vista más bien filosófico, en qué consiste esa línea tan delgada que existe entre la transa y la corrupción, en todos los ámbitos y en todos los aspectos, y que cada vez es aún más delgada y que fue lo que orilló al inconsciente colectivo mexicano a optar idealísticamente por la Cuarta Transformación.

Lo que se debería proponer al respecto de los diablitos de México es, por medio de un verdadero liderazgo de unidad, que eso si lo podría lograr la Cuarta Transformación, y con base en un principio de honestidad universal, que por el bien de todos, que ya debió haberse implantado, todos aquellos que tengan diablitos en sus puestos, casas, edificios y/o empresas, regularicen su situación ante la CFE y comiencen a pagar su energía eléctrica y, de lograrse este sueño, podría continuarse con más iniciativas para lograr finalmente acortar la brecha de desigualdad que tanto daño le ha hecho a México durante sus más de 500 años de historia y poder lograr así ser potencia mundial, como siempre lo hemos merecido.