La crisis de vivienda que desde antes de la pandemia ya se vivía a nivel mundial se ha agravado y, si no hacemos algo verdaderamente importante, se va a seguir agudizando.

No es tema menor, porque el tsunami que está barriendo con las economías del mundo y los consecuentes deterioros en empleos e ingresos, hacen cada vez más difícil que millones de familias puedan acceder a lo que hoy llamamos una vivienda adecuada.

Más aún, cuando vivienda, barrio y ciudad dan forma a un sistema que tendría que ser la primera línea de defensa en la batalla contra el virus y todas las consecuencias que pueda tener, incluyendo,por supuesto las sanitarias, e incluyendo, por supuestísimo, las sociales.

Y es que aunque al compararse con el trimestre previo el sector vivienda ha registrado un muy buen repunte en el tercer trimestre del año, y más en contraste con lo que sucede en otros sectores productivos, los números no son buenos si se compara con el mismo periodo del año anterior.

Pero lo que es mucho más grave, es que el promedio oculta una compleja realidad; el hecho de que las operaciones del sector se concentran en la vivienda de tipo medio, debido a la incertidumbre que marca la demanda para los segmentos de alto valor y a la falta de casas dirigidas a los segmentos de menores ingresos.

Es decir; fregados los ricos y fregados los pobres.

La gente que tiene altos ingresos ahora no quiere comprar y la población de bajos ingresos no encuentra casas que se ajusten a sus necesidades y posibilidades porque los gobiernos locales no han hecho lo necesario para permitir que se generen viviendas de bajo precio.

Claro, quienes tienen recursos tienen opciones si por ahora no quieren comprar... Cosa diferente a los que no los tienen, y para quienes la falta de opciones para atender SU reto habitacional se convierte en un tema de sobrevivencia.

Lo más grave es que tanto la banca comercial, como los dos grandes Fondos de vivienda del país, Infonavit y Fovissste, han hecho esfuerzos muy importantes y exitosos para ampliar los apoyos a clientes y derechohabientes... Apoyos que incluyen beneficios para quienes tienen un crédito con ellos, pero que incluyen también no solo el hecho de mantener abiertas las líneas de credito, que ya de por sí es tema relevante, sino además, el lanzamiento de nuevos esquemas de crédito.

Lanzaron, por ejemplo, un esquema de Crédito de “firme ahora y pague después”, en que quien compra una vivienda empieza a pagar al pasar cuatro meses de la firma de su crédito y de haber recibido su casa.

Infonavit lanzó un esquema en que ya no se necesita ser esposos para poder unir sus créditos para contar con más recursos para comprar una vivienda, de modo que ahora pueden hacerlo hermano con hermano, padre con hijo, suegra con yerno, o sencillamente un par de amigos...

Otra novedad es que ahora una persona que trabaje en la mañana en la iniciativa privada, y con ello sea derechohabiente del Infonavit, y que por la tarde tenga un segundo trabajo, esté en el sector público, lo que lo hace derechohabiente del Fovissste, puede tomar ambos créditos para sumarlos y así tener mejor capacidad de compra.

Pero nada de esto sirve si sobran créditos y faltan casas y hoy la realidad es que de acuerdo con el Registro Único de Vivienda (RUV) los inventarios se están acabando y no se están iniciando los nuevos proyectos que entregarían las casas que debieran reponerlos.

Esto es particularmente grave en los casos de las viviendas de menor valor, que tendrían que atender el rezago habitacional en los segmentos de menores ingresos y que, en consecuencia, son los más expuestos a la pandemia y sus consecuencias.

Porque no sobra decir que, como ha señalado la ONU, la falta de vivienda es un ingrediente que agrava los riesgos sanitarios de la pandemia y aleja a quienes la padecen del acceso a una serie de servicios urbanos que hoy son reconocidos como fundamentales para el armónico desarrollo de cualquier familia. 

Es en medio de las crisis cuando hay que multiplicar las oportunidades de desarrollo de las familias, en particular de las más desprotegidas. Y para hacerlo por la vía de una vivienda adecuada es fundamental la participación de los gobiernos locales... 

La prioridad debiera ser evitar que existan familias expuestas a la pandemia por el simple hecho de no contar con una vivienda adecuada, y ello no implica ni regalar viviendas, ni pretender que la solución sea solo por la vía de una vivienda propia.

La pandemia tendría que ser el detonante de una nueva forma de entender viviendas, barrios y ciudades, y ello implica ser disruptivos al momento de plantear Políticas de Vivienda, considerando temas como la vivienda en renta, las reservas de suelo para uso habitacional, la generación de infraestructuras y la solidez de las alianzas entre los tres niveles de gobierno y de ellos con la iniciativa privada.

No nos perdamos, la vivienda es un activo social y nunca es más necesaria que cuando se trata de crear condiciones que permitan que todas las familias puedan navegar de mejor manera en medio de una crisis.

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.

@horacio_urbano