En varios medios informativos despunta un debate sobre si hay crisis orgánicas o solo problemas políticos en los partidos. Se hace un recuento del estado en que se encuentran el PRI, el PAN, el PRD, la chiquillada y desde luego, Morena. Objetivamente hay sobradas evidencias de que, de los partidos viejos, cual más cual menos, abandonaron programas, ideales, proyectos de gobierno y desde luego, a sus votantes. El hecho de que la ley los considere como Instituciones de Interés Público no los convierte, en automático, en las herramientas políticas ni les provee ideas para cumplir con ese honroso papel. Por eso los ciudadanos los ha castigado con su voto y hoy están a punto de perder su registro. En lugar de recoger las necesidades y demandas de sus representados se convirtieron en aparatos electoreros para promover liderazgos buenos para nada olvidándose de los intereses de la gente. Castraron las iniciativas ciudadanas y se convirtieron en retrancas contra la democracia.

¿Estamos hablando de una crisis orgánica o solo de problemas políticos como algunos politólogos y opinantes sugieren? ¿Es una crisis orgánica o es una cuestión que solo tiene que ver con la falta de formación ideológica y un manejo desaseado de la política? Yo creo que el actual sistema de partidos reúne en sí los dos cuestionamientos. Sus crisis orgánicas son consecuencia de la pérdida de sus ideales, de sus propuestas políticas y del alejamiento creciente de sus bases de apoyo. No tienen sustento teórico y por lo tanto su mensaje no logra echar raíces en sus militantes ni mucho menos en el pensamiento de la sociedad. Sus dirigentes no entendieron el papel del intelectual colectivo, impulsor del desarrollo de la conciencia política y del cambio social. Su capacidad se quedó varada en el fortalecimiento de sus aparatos de control para utilizarlos en las justas electorales.

La descomposición social, la falta de propuestas y la ausencia en la atención de las demandas de la gente, es lo que está siendo cuestionado y repudiado por sus militantes y por la sociedad. Sus dirigentes no solo se alejaron de sus bases y de los sectores proclives a seguirlos. Se convirtieron en una carga para las finanzas públicas, en una élite de arribistas, corruptos y corruptores, en un estorbo para la participación democrática de sus bases y en un instrumento repartidor de canonjías a amigos y a mafias cercanas a ellos. ¡Esto es lo que sucedió también en Morena! Al irse AMLO como candidato a la presidencia Yeidckol Polevnsky, como se le conoce en el bajo mundo de la política, se quedó como Secretaria General en funciones de presidenta con un equipo que desde que fue integrado, no se le conoce un solo pronunciamiento sobre lo que pasa en el partido, en el país o en el gobierno. ¡Realmente dan pena ajena!

Esto sería suficiente para que la misma “señora presidenta” hubiera llamado en tiempo y forma a renovar los órganos de dirección sobre todo porque su período de gestión había terminado desde el 20 de noviembre del 2018. Pero como es cabeza dura y le agarró el gusto andar intrigando en los tribunales en lugar de atender las tareas políticas del partido, resulta que esta señora y sus burócratas no se quieren ir. Se la pasan judicializando la política y convirtiendo al partido en rehén del INE y del TEPJF con la absoluta complacencia de los adversarios del Nuevo Proyecto de Nación. La conducta facciosa de este grupo atropella y niega los derechos y decisiones que la mayoría de la militancia tomó en el Congreso Extraordinario del 26 de enero del año en curso.

El panorama político pinta complicado. La irritación de la gente está llegando a las calles y su exigencia es la renuncia de Lorenzo Córdova, no a la reelección de su títere Secretario Ejecutivo, no al fraudulento registro del partido patito del Tomandanate Borolas, reconocimiento inmediato al CEN encabezado por Alfonso Ramírez Cuéllar. La gente no va a permitir que el INE, el TEPJF, la oposición ultramundana, el izquierdismo infantil, la politiquería, las intrigas, las mañas y los intereses del grupo de la Polevnsky continúen golpeando al gobierno federal y generándole problemas a Morena. La militancia ya está hasta la madre de todas estas trácalas. Lorenzo, sus compinches del INE y otros Vociferan contra la reelección, pero la practican imponiendo a personajes siniestros, alcahuetes y operadores de los fraudes electorales. En el INE, en el TEPJF y en otras instancias, se concentra lo peorcito de un sistema político que se niega a morir. Estas viejas criaturas golpistas están judicializando la política en su vano intento de estorbar el avance de la democracia, la libertad y la justicia. ¡Pero se la van a pelar!