En el país de las amenazas, la compañía de la cual Claudio X. González forma parte del consejo dijo que siempre sí van a invertir en el país. Pablo González Guajardo, hijo de Claudio X. González, había dicho que “debido a la desconfianza que mantiene con algunas decisiones del gobierno federal y a las señales de desaceleración económica en el país” había decidido no invertir en México. Según González Guajardo, las políticas del gobierno federal no son las que a él le gustarían para meter su dinero.

 

Aunque Claudio X. González sea uno de los mayores críticos de López Obrador, aunque lleven años diciendo cosas uno del otro, no le queda más que invertir en el país pues si no lo hiciera, seguramente habría reacción de los consumidores que ya se habían empezado a manifestar vía redes sociales con los hashtags #BoicotaKimberlyClark #NoAmenacesClaudio.

También Kimberly Clark México tiene como clientes a muchos gobiernos municipales, estatales y al gobierno federal. Tal vez ahora tendrá que participar con más ahínco en las licitaciones que antes le asignaban directamente pero seguramente ganará muchas de ellas.

Con un gobierno menos a modo, el enemigo le tendrá que vender al enemigo pues antes que las convicciones está el negocio, sobre todo en un negocio tan grande como el de Kimberly Clark.

 

¿Habrán sido las redes sociales con sus lemas de si no inviertes en México, nosotros no invertimos en tu compañía? ¿Habrá sido el gran negocio que es venderle al gobierno mexicano? ¿Será que hicieron números y que la declaración del lunes fue hecha con el hígado y no con los estados financieros en la mano?

Lo haya sido, Kimberly Clark México anunció mediante un comunicado que invirtió 3 mil millones de pesos en México durante el 2019 y que para el 2020 pudiera invertir más todavía.

Escuchando a los analistas económicos podríamos pensar que la inversión en el país no es rentable pues hay condiciones de desaceleración económica, pero eso está pasando en todo el mundo, hasta en Alemania.

 

En las empresas de consumo masivo como Kimberly Clark, la base de venta de las compañías siempre está en el pequeño consumidor. El que compra un jabón a la semana, es más importante de mantener que el que hace compras millonarias de vez en cuando. Si se mueve la base de consumidores hacia otras marcas es más complicado recuperarlos que a las grandes cuentas que seguramente volverán a la siguiente licitación. Por eso el poder del pequeño consumidor es mayor que la de los grandes compradores. Imagine que 1,000,000 de compradores cambie de producto, es un golpe difícil de digerir pues esos consumidores comprar a precio completo y traerlos de nuevo representaría convencer a un millón de personas en lugar de a uno solo.

Los “boicots” en redes sociales son más peligrosos de lo que pensamos y puede ser que uno de los factores de “echar para atrás a los fielders” de Kimberly Clark fue la campaña que empezaron contra los productos de KCMéxico al oír las declaraciones de no inversión en el país.

“Haiga sido, como haiga sido”, la empresa reaccionó de inmediato y al parecer los daños, si los hubiese, serán mínimos. El poder de expresión de las masas es un fenómeno que ahora es mucho más poderoso que en años anteriores, eso hace que las declaraciones de muchas personas tengan que ser más moderadas si no quieren que esto cause consecuencias no deseadas.