Durante su ya lejana campaña política en el año 2012, Josefina Vázquez Mota aseguró que necesitaba poco más de 22 millones de votos para convertirse en la primera Presidenta en la Historia de México, así que pidió a sus simpatizantes que emprendieran una labor de convencimiento con la intención de persuadir a 10 o 20 votantes indecisos más para que se decidieran por otorgarle el sufragio a su partido político. Vázquez Mota, pese a su “Josefina diferente” como lema de campaña, enfocó su discurso en la continuidad, respaldando las decisiones que su antecesor, Felipe Calderón Hinojosa, había tomado durante su mandato. Un ejemplo de esto fue su respaldo a las políticas desarrolladas en materia de salud, economía, desarrollo social y seguridad pública; ésta última de las más polémicas debido a la situación de violencia e inseguridad que trajo consigo. Pero en realidad, lo que pretendía la panista era la preservación de las políticas ya existentes, cobijadas en eufemismos de “nuevas políticas”, que en la práctica habían arrojado resultados preocupantes al mando de un presidente que hasta de alcohólico fue tachado.

En ese mismo año, uno de los principales temas tratados por los candidatos durante sus campañas políticas fue el de la seguridad; en el caso de la candidata panista, ésta ratificó su postura a favor de la creación de una nueva cartera en el interior del gabinete con la finalidad de coordinar a diversas dependencias que trabajaran conjuntamente en este rubro. Aunado a esto, proponía la creación de una organización policial de más de 100 mil elementos, entrenados con programas académicos de educación cívica. Es aquí en donde el contraste entre sus propias propuestas empezaba a notarse; por un lado la abanderada afirmaba que un importante porcentaje de recursos serían destinados para las fuerzas armadas, esto quiere decir, más elementos policiacos y más combate a la corrupción, pero por el otro sostenía que únicamente si se aseguraban mayores oportunidades educativas y de empleo podía atraerse a más actores sociales jóvenes con la intención de descartar las desviaciones delincuenciales. O sea que, la intención de la excandidata era invertir en dos tipos de políticas relacionadas con la seguridad pública si es que lograba llegar a Los Pinos; las de control y las de prevención. Por lo que surgió la interrogante: ¿De qué manera iba a lograr tales propuestas si pretendía continuar con la línea de gobierno que Calderón venía desarrollando durante su mandato? Porque si bien había una referencia clara a los derechos humanos como parte de una nueva estrategia que incluía una doctrina policial, no hubo un mayor desarrollo al respecto. Así, perdida en sus discursos pseudofeministas, no supo responder ante tal disyuntiva, por lo que sus aspiraciones presidenciales se vieron frustradas ante un candidato apuesto, joven y un tanto carismático.

Pese a su fracaso, el día 5 de marzo del año en curso, Vázquez Mota rindió protesta como candidata del Partido Acción Nacional (PAN) para el gobierno del Estado de México, acompañada de personalidades de su mismo partido. Una de esas personalidades fue el dirigente nacional del mismo que invierte más de 3000 dólares mensuales en un lujoso departamento para su familia que vive en los Estados Unidos, Ricardo Anaya, al declarar que la entidad mexiquense debe de tomarse como “prioridad nacional para el cambio”. Al mismo evento panista también asistieron legisladores y gobernadores, así como uno de los principales culpables de su fracaso en el 2006; Felipe Calderón Hinojosa. Desafortunadamente para la panista, resultó contraproducente el hecho de que el egresado de Harvard haya estado presente en su destape como candidata, ya que resurgieron los rumores del problema de alcoholismo que desde hace años padece, debido a que fue captado en supuesto estado de ebriedad al momento de que Mota recitaba un discurso ante sus invitados: "Conozco aquello que nos duele a los mexiquenses, pero además, sé cómo resolverlo, porque ya lo he hecho", sostuvo.

Respecto a estos rumores, es importante que recuerde, estimado lector, que durante su sexenio Calderón rara vez participó en actividades vespertinas y nocturnas, por lo que las sospechas de un problema con la bebida se incrementaron de manera considerable, atrayendo la atención de intelectuales como el analista Sergio Aguayo. De acuerdo con un análisis enfocado a la agenda presidencial del entonces mandatario, Aguayo destacó su ausentismo en actividades por realizar en las tardes. Tal hecho fue expuesto públicamente luego de que el politólogo revisó la agenda presidencial por más de mil 400 días; del 02 de septiembre del año 2008, al 26 de agosto del año 2011: “En ese periodo, Calderón no tuvo actividades en mil 197 tardes, el equivalente al 83 por ciento. Tampoco informó de trabajos nocturnos en el 93 por ciento de las ocasiones” (Proceso, 29/XIII/12). La investigación de Aguayo no fue una aseveración respecto al supuesto alcoholismo que muchos aseguraban, repercutía de manera negativa en las decisiones del tecnócrata, más sí fue una hipótesis del creciente descontrol presidencial que orilló al país a una crisis de inseguridad sin precedentes. Como era de suponerse, el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) siempre mantuvo el asunto en calidad de privado, por lo que las acusaciones del abuso en el consumo de esta droga legal por parte del exmandatario no podían ser comprobadas debido a la confidencialidad con la cual se manejó la institución respecto a la información solicitada.

Retomando el tema de la candidatura de Vázquez Mota, de acuerdo con distintos resultados arrojados por algunas de las más recientes encuestas, Josefina se encuentra por debajo de candidatos como el priista Alfredo del Mazo, y la candidata por MORENA, Delfina Gómez. Si esto es cierto, será la segunda vez que la candidata blanquiazul fracase en su intento por ocupar el Ejecutivo de alguna entidad federativa. Y es que con su discurso viejo, con el cual por cierto hundió al PAN en las pasadas elecciones presidenciales, lo único que está logrando es restarle votantes al tambaleante partido que hasta la fecha no parece repuntar en las preferencias electorales de los mexiquenses. En consecuencia, todo indica que tanto el mito del alcoholismo de Calderón, como la retórica basada en la igualdad de género por parte de la candidata sólo está desenterrando los fantasmas del pasado; aquellos que, apoyados en las creencias y los recuerdos de muchas personas, reiterarán la derrota de una representante que en ocasiones ha llegado a parecer el “chivo expiatorio” del partido que, irónicamente, acaba de volver a lanzarla a la arena política sin una buena estrategia de por medio.

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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana.