Ya teníamos casi todo listo para la pregunta madre, que se pretende formular en la próxima elección federal, respecto a si deseamos compartir la riqueza nacional del petróleo con compañías privadas, cuando seguido a ello aparece una avalancha de consultas.

Le sigue el PAN con su intención de preguntar sobre el salario mínimo y el PRI con la vulgaridad de preguntar si deseamos reducir el número de representantes populares. Y es que lo que en la superficie parece correcto, puesto que así es la democracia, se podría argumentar, en el análisis resulta un absurdo consultar cuestiones que de antemano sabemos que la mayoría estará de acuerdo.

La última de estas consultas es la presentada por los grupos del PAN y el PRD en el Senado para disminuir los sueldos de los altos funcionarios y del Presidente. ¿Acaso creen que el pueblo podría oponerse a ello?

Los partidos políticos no deberían utilizar el sistema de consulta para cuestiones de este tipo, por algo, en teoría, nos representan, para que tomen las decisiones políticas correctas acerca de los sueldos y emolumentos públicos, para que decidan si la representación política es acorde con la realidad nacional, evitar se destinen grandes cantidades de dinero en la organización del Estado y las instituciones representativas.

Preguntar sobre si se debe reducirse el número de diputados, salario mínimo o sueldos de los funcionarios es vacuo. Nadie puede en su sano juicio esperar que los ciudadanos salgan a las urnas a defender los privilegios de los altos funcionarios. Preguntar si debe reducirse o eliminarse la representación proporcional puede parecer atractivo pero no es más que populismo corriente.

Los partidos políticos deben tomarse con seriedad qué es lo que puede o debe consultarse y lo que no, reservarlo al debate y decisión dentro de las cámaras ya que para eso se han ideado los parlamentos, para debatir ideas, discutir opiniones, persuadir, vencer con argumentos, deliberar.

Es claro que esta moda por la consulta responde a la crisis de representación política en la que están metidos los partidos políticos. Ante el divorcio de los políticos con la ciudadanía creen que la vía de la reconciliación es preguntar temas atractivos, vistosos y populares. Supongo que deberán trabajar mucho más si pretenden que a través de la consulta recuperemos la confianza.

No es aplicable esto a la consulta sobre la reforma energética que se propone resulte el próximo año, puesto que al tratarse de una reforma constitucional que varía el proyecto nacional soberanista, los ciudadanos deben expresar su voto como si se tratase de un referéndum donde se vota la pérdida de parte del territorio nacional. Afectará las finanzas públicas, el gasto, los ingresos y nos vuelve dependientes del contexto internacional, además que frena la posibilidad de que existe un verdadero desarrollo nacional con recursos propios.

La consulta popular servirá de válvula de escape al descontento popular pues sabemos que la inmensa mayoría de la población estuvo en contra de este atraco legalizado. En mi opinión es la única pregunta valiosa por la cual debemos ir a las urnas y expresar nuestro rechazo, aunque quede sólo para la historia, pues no somos ingenuos, sabemos que el poder político y económico ya se ha alzado con el botín, sólo queremos que nos consulten, para dejar nuestro registro de oposición al robo del siglo.

 

dansolban@hotmail.com

Licurgo Daniel Solorio Banda