De plano estamos mal. Deje usted, amable lector, que el dólar esté a más de veinte pesos, que estemos estrenando secretario de Hacienda gracias a la visita de Trump o que Hillary ande de mal en peor y que nos haga el fuchi y no venga.

Ya no hablemos ni siquiera de lo que está pegando a nuestros bolsillos como el alza en las gasolinas y la luz. Estamos tan pero tan mal que ahora nos estamos rompiendo las medias porque un grupo de neocristeros y otros que se dicen liberales se están rompiendo las medias porque unos – los primeros—dicen que la familia es de “papá y mamá” porque eso dice la Iglesia y los otros defienden a capa y espada el llamado matrimonio igualitario.

Las calles  se llenaron. Unos de un bando y otros de otro.

Pero lo verdaderamente alarmante, así, fuerte, a niveles de escándalo, es que el grupo que enarbola la bandera del Frente Nacional por la Familia salga a la calle a defender –o al menos secundar en forma inconsciente—lo dicho por un personaje tan patético como Norberto Rivera Carrera, quien dijo hace poco que “Dios perdonó a los curas pederastas porque han servido a la Iglesia, a Dios” y que “algunos niños se buscan por andar de traviesos la violación”.

Sí, aquellos que se dicen defensores de la buena moral, las buenas costumbres, “lo natural”, la familia, los hijos y un largo etc., son azuzados por la mente siniestra de un cura degenerado, que lo es por solo suponer, desde su mente distorsionada, que los únicos culpables del abuso sexual cometido por curas hacia criaturas indefensas son los mismos niños.

Ver las noticias con las calles inundadas de neocristeros, neonazis ensotanados (no te fíes de los curas, de aquellos que en la sotana esconden la perversión, decía mi padre) que lanzan consignas contra quienes desean formalizar una unión sin importar el sexo es terrible. Sodoma y Gomorra en su máxima expresión. Y lo peor: llevan niños, niñas, bebés, mentes en formación y totalmente manipulables que serán, sin duda, quienes el día de mañana fomenten el odio hacia sus semejantes.

¿A dónde vamos a parar?

El “amaos los unos a los otros” se lo pasan por el arco del triunfo con el cuento de la moral y otras tantas cosas de que ellos mismos, quizá, carecen.

Voy de acuerdo que hay que apoyar la diversidad, que cada quien es libre de expresar sus ideas, pero aquí estamos hablando de fomentar el odio, el linchamiento y eso, señores, a nada bueno conduce.

Parafraseando a lo que mi madre siempre decía: “Ya éramos muchos, y parió la abuela”. Ya tenemos suficiente de qué ocuparnos para todavía, en el colmo, tengamos que lidiar con fanatismos que pueden desencadenar en alguna tragedia.

La unión legal entre personas de un mismo sexo no es pecado, es más, a estas alturas estoy convencida de que la palabra pecado no existe.

La mala noticia es que la violación y el abuso a menores sí es delito grave y no veo a toda esa fanaticada escandalizarse por eso.

Con esta bola de mochos,  haciendo alarde unos valores de los que, con seguridad carecen, estamos a nada de tirar a la basura lo logrado por las Leyes de Reforma y que el país se vaya aún más al carajo por cuestiones que a esa gente les debe valer gorro.

¿Que no es moral ni admisible que dos personas del mismo sexo eduquen a los hijos? ¿En qué mundo viven? Desde siempre, desde el inicio de la creación, dos o más mujeres han estado al frente de la educación de los niños en casa. Ahí está la abuela, la nana, la tía, la mamá, la madrina, todas alimentando y guiando a las criaturas por el sendero del bien. Y de eso nadie se ha muerto.

Pero ahora se escandalizan si hay dos papás o dos más.  Como si eso fuera a desencadenar más conflictos de los que ya tenemos.

Vámonos entendiendo:  si aquellos que se flagelan hoy en las calles tienen la familia que quieren, disfrútenla, pero por favor, vivan y dejen vivir.