Qué bueno que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, encomendó ciertas tareas a las Fuerzas Federales; qué malo que la corrupción la pagamos todos, menos los corruptos a quienes se les encomendó la confianza de la autodenominada Cuarta Transformación.

Qué bueno que no se deja pasar por alto los turbios andares de ciertos funcionarios federales de ayer y hoy; qué malo que sólo escuchamos pero no vemos a nadie purgando una condena.

El presidente desde el inicio de su administración dejó el asunto de la obra pública federal a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA); qué malo que no hay un sólo encarcelado por el “desastre” detectado a causa de la corrupción en administraciones pasadas.

No sé ustedes que viven lejos del estado de Tamaulipas, donde las Fuerzas Federales han asumido algunas tareas desde el sexenio anterior, pues los resultados son visibles, incluso algunos, los menos violentos por decirlo de alguna manera, entendieron que violencia genera más violencia y menos oportunidades para todos. Qué bueno que en la 4T retoman ese camino y entregan la confianza transformadora a soldados y marinos.

Qué malo que se diga que en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto hubo mucha corrupción, pero lo peor es que ni porque hacían su agosto han sido encarcelados y el cantar de la corrupción ya cansa, pues en eso se amparan para no terminar de dar el golpe transformador.

Ahora en el más reciente episodio corruptor de México se señaló a los de Migración, Puertos y Aduanas. Y quien pudiera significar el último presidente civil de la nación, ahora echará mano de la Marina para administrar estas instalaciones; qué malo, muy malo que a nadie consignó el gobierno federal, malísimo que no se den reportes de investigaciones iniciadas por actos fuera de la ley como para justificar ceder mandos a militares.

Qué bueno, buenísimo que la ex secretaria de Gobierno de la Ciudad de México, Rosa Icela Rodríguez, asumió la titularidad de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante, esto a petición directa del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Siempre fiel a AMLO, su amiga Rosa Icela Rodríguez significa quizá la última gran oportunidad para un civil en ese cargo, pero más allá es el estandarte femenino menos contaminado de todo el gobierno federal; recordemos que la devota combatiente de López Obrador evitó en la campaña presidencial la derrota del ahora comandante supremo, pues la comunicadora oriunda de la huasteca potosina impulsó, contra viento y marea, el lado sensible del lopezobradorismo en el Distrito IV con cabecera en Ciudad Valles, donde trabajó, le trabajaron con todo, y hoy aquí están los resultados.

Enhorabuena y que sea para bien de México.

davidcastellanost@hotmail.com