Si no nos compadecemos de los más débiles, hemos fracasado como especie.

 

En octubre de 2010 escribí mi opinión en el artículo denominado “No al maltrato animal” (lo pueden leer en: http://rafa-salas.blogspot.com/), en aquella ocasión, manifesté la decisión de abandonar para siempre mi afición hacia la tauromaquia pues había entendido que no por ser algo que se ha repetido por siglos tendría que permanecer vigente en el s. XXI. A partir de eso, disminuí mi consumo de carne y durante meses fui vegetariano. Luego retomé el consumo de carne pero me cercioré en la mayoría de los casos que cumpliera con los parámetros Kosher, el cual es un método en el que el animal debe de ser sacrificado de manera humanitaria: la tráquea y el esófago del animal son cortadas con una navaja muy afilada para poder así, causar la muerte instantánea y sin dolor al animal sacrificado (visiten http://www.kosher.com.mx/). En muchas ocasiones la carne que comí (de pollo, pescado, res, puerco) no estuvo bajo el proceso Kosher y muy probablemente fue el resultado de una inhumana crianza y una salvaje muerte, sin embargo, eso no demerita mi exigencia de que se acabe con la tortura hacia los animales, pues resultaría un error, una falacia ad hominem, si se pretende descalificar mi crítica utilizando ese argumento. Razonan mal quienes buscan escudarse en el argumento de que en los rastros hay más violencia que en las Plazas de Toros, por lo que primero hay que acabar con los rastros: La violencia es violencia en el ruedo y en los rastros y no la debemos permitir en ningún lugar.

                  La piel de los animales la utilizamos en zapatos, cinturones, bolsas y diversos artículos. Las toneladas de huesos que quedan después de la matanza de miles de vacas al día, son industrializados para convertirlos en eso que se llama gelatina. En efecto, los animales y los humanos tenemos una simbiótica relación que difícilmente podrá desaparecer; en lo que difiero es en la forma en cómo se da esa relación. Hay muchas certificaciones para la crianza orgánica de animales, las cuales promueven el uso de insumos libres de químicos, pesticidas, antibióticos y materiales transgénicos que a la larga traen consecuencias dañinas en el humano como el cáncer, y que se encuentran amparadas bajo la Ley Federal de Productos Orgánicos. También hay regulaciones para que la matanza se realice en lugares aptos buscando causar el menor dolor y agonía posible como lo establecen la Normas Oficiales Mexicanas NOM 033-ZOO-1995, NOM-008-ZOO-1994 y NOM-009-ZOO-1994, que están vigentes en todo el país bajo supervisión del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) que se sustenta en la Ley General de Vida Silvestre. Tanto en la crianza como en el transporte y durante su eventual muerte, los animales deberían ser respetados y tratados como seres vivos y no como un montón de piedras. Las leyes y normas son muy claras, el problema de siempre es que en México la ley y nada es lo mismo. Si en verdad hubiera voluntad para respetar esas leyes (lo cual ya es una aberración pues la ley no depende de la voluntad, sino de la fuerza pública, pero eso es en países donde sí hay Estado de Derecho) habría que partir de una férrea educación de respeto a los animales, una cultura de no violencia ayudaría mucho a entender que infringir dolor innecesario a otros seres, humanos o no, corresponde exclusivamente a sujetos con serios problemas emocionales que requieren atención psiquiátrica de urgencia.

                  La realidad es que en la mayoría de los rastros de México no se aplican las leyes y son un verdadero río de violencia que se encharca en miles de litros de sangre, pues miles de animales son sacrificados sin la menor piedad o compasión. El dolor acompaña a millones de animales desde su crianza hacinada llena de golpes, pasando por su infame transporte donde probablemente se le quiebre una pata, o un cuerno, hacia el matadero nauseabundo donde un humano impasible le picará alguna vena para que comience a desangrarse aunque su agonía se extienda por horas, o lo metan vivo al agua hirviendo, o con todo lujo de violencia lo desollen vivo, o lo trituren sin compasión en máquinas con cuchillas afiladas ¿les parece dramático? Pues eso es poco comparado con la realidad. Si todos coincidimos en que eso está mal, y que se deberían acatar las disposiciones legales que prohíben lo que comento, entonces ya habremos avanzado un paso hacia la exigencia a las autoridades para que no se repitan tan vergonzosas e inhumanas escenas. Pero eso no resolvería todo el problema, pues por otro lado están los que sin el afán de consumir carne, disfrutan de algo que consideran “artístico” llegando al punto de considerarlo “patrimonio inmaterial” de un pueblo. En efecto, me refiero al Estado de Tlaxcala, donde hace unos meses se consideró a la Fiesta de Toros como Patrimonio inmaterial cultural de Tlaxcala. Resulta que los señores legisladores se sintieron muy internacionales e intentaron replicar las atribuciones de la  Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que en el 2003 promovió acciones para la protección del Patrimonio Cultural Inmaterial, a través de políticas de preservación, fomento y ayuda, que ha permitido la posición de grupos humanos que pretenden conservar tradiciones tan antiguas que se han perdido con el simple transcurso del tiempo. En ese sentido, se definió como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a las formas diversas y complejas de manifestaciones vivas, en constante cambio, expresadas oralmente, a través de las artes, de la música, de actos festivos o espectáculos, ritos, prácticas sociales o conocimientos y usos de las comunidades.

Efectivamente la UNESCO goza de facultades para determinar qué puede o no ser considerado Patrimonio Cultural Inmaterial, mas no así el Congreso del  Estado de Tlaxcala, quien imitó una atribución que definitivamente dista mucho de ser aprobada por la UNESCO. Así es, resulta que en mi Estado el maltrato a los animales no sólo es promovido por las autoridades, sino que además lo han investido de luces, sólo que se les olvidó un detalle: La Ley de Protección a los Animales en el Estado de Tlaxcala (Ley de Protección Animal). Ya sé que mucho se discute sobre el fin del legislativo cuando promulga una ley, pero déjenme decirles que por fortuna, en esta ocasión dejaron muy clara su razón de existir, pues los objetivos de esta ley señalan en el Artículo 2°: I. Establecer un marco jurídico de protección y trato humanitario a los animales que se encuentren en custodia del hombre; II. Evitar el deterioro del hábitat de los animales silvestres; III. Proteger la vida de las especies animales, respetando la continuidad de los procesos evolutivos, biológicos y etológicos; IV. Favorecer el aprovechamiento y uso racional de los animales; V. Erradicar el maltrato y sancionar los actos de crueldad para con los animales, y VI. Fomentar en la población una cultura de protección a los animales. ¿Así o más claro señores legisladores? Es decir, nuestros flamantes Diputados se sintieron muy salsas, quisieron quedar bien con el “Góber” y se pasaron por el arco del triunfo la Ley de Protección Animal elevando a “Patrimonio Cultural Inmaterial” un Decreto completamente ilegal. A ver si se toman unas clases de derecho para que aprendan qué es la jerarquía de las leyes mis distinguidos “legisladores”; o mínimo hubieran convocado a una Consulta Popular para ver si se aprobaba o no dicho Decreto y así ya de paso estrenaban la Ley de Consulta Ciudadana para el Estado de Tlaxcala.

Por desgracia ahí no queda el asunto, pues en una minoría de la población persiste la creencia errónea de que Tlaxcala es una provincia de España y que por tanto, debemos repetir el esquema español aunque sea a 15,000 kilómetros de distancia. Esa distancia también se da en el tiempo, pero no en la psique de los que bien fueron denominados por un amigo novillero como “tlaxcañoles”: seres nacidos en Tlaxcala, que comparten fisiología y circunstancias con Tlaxcala, pero que piensan y actúan como españoles; una especie de mezcla corregida y aumentada del mestizaje temprano que evoca a la antigua alianza entre Hernán Cortés y los Señores de Tlaxcala de hace casi medio milenio y que es digna de toda una investigación antropológica, sociológica, histórica y psicológica para descifrar al tlaxcalteca de hoy. Esos seres son los que se aferran y defienden con uñas y dientes la tortura a los toros. Muchos de ellos afirman que no debe acabarse la tauromaquia en Tlaxcala pues es pilar de la economía local, lo cual es absolutamente erróneo porque no es una industria de la cual la mayoría se beneficie, por el contrario, sólo unos pocos (37 para ser exactos) son dueños de ganaderías que contratan a gente de zonas aledañas que por lo general vive en la pobreza para que cuide a los toros, explotando a arrieros mal pagados que sobreviven en casas de cartón mientras ellos, los señores hacendados, viven como reyes en sus fortalezas, además, la manutención de los toros de lidia es muy elevada, por lo que los boletos de las corridas de toros se vuelven inalcanzables para la gente de a pie que no puede pagar el acceso al macabro espectáculo ya que el precio por boleto oscila entre ±$300 a $1,000 dependiendo de la plaza, el asiento, los toreros y la estirpe de los toros. La verdad la mayoría de la población no se puede dar esos lujos, pues su prioridad es comer, lo cual convierte a las corridas de toros en un show elitista, en una tradición reservada para una minoría, pues a las mayorías ni les interesa y muy probablemente jamás han asistido a una corrida de toros.

Ahora, si no me creen, revisen la Encuesta Nacional en Vivienda que realizó la empresa Parametría la cual señala que “los mexicanos (incluidos tlaxcaltecas, aclaro) rechazan las corridas de toros, a las que consideran más que arte o deporte, eventos de maltrato a los animales. Permitidas en México, las corridas de toros no son eventos a los que acceden las mayorías, apenas dos de cada diez han asistido alguna vez. La asistencia a la fiesta brava decrece, en cuatro años disminuyó de 28% a 19% el número de personas que habían presenciado un espectáculo de tauromaquia. El número confirma una tendencia a la baja en la asistencia a las corridas de todos (http://www.parametria.com.mx/DetalleEstudio.php?E=4321)” Esos datos hubieran analizado los “Representantes Populares” de Tlaxcala antes de regar el tepache.

Para responder a la supuesta “preocupación” por la economía de Tlaxcala les digo que si es cierto lo que los taurinos dicen, la tauromaquia habría llevado al fracaso al Estado, pues han pasado años y años y sencillamente seguimos ocupando los primeros lugares en pobreza. Considero que Tlaxcala tiene un potencial turístico e industrial inigualable, envidia de países enteros, ¿por qué no apostarle al desarrollo sustentable, al eco-turismo, a la difusión de la historia de nuestro pueblo como baluarte mundial? Ha llegado una nueva etapa entre Tlaxcala y los toros.  He escuchado con atención los argumentos de quienes promueven la tauromaquia en Tlaxcala ya que también han solicitado se declaren reservas naturales a las ganaderías donde se crían los toros de lidia, petición con la que coincido a plenitud. Por eso mismo me parece una contradicción total que hablen de cariño, alimentación de calidad y cuidado veterinario de primera a los toros durante su crianza para luego llevarlos al ruedo donde serán desangrados y agredidos con todo tipo de objetos punzocortantes, mientras sus criadores y cientos de espectadores disfrutan con su agonía, estrés, dolor y muerte. Sé que es difícil que los taurinos entiendan lo que comento, pues para ellos ya es común y normal todo lo anterior, así como hace siglos era "una tradición" ir al circo para que los leones se comieran a los humanos; "estaba bien" en la Alemania Nazi perseguir y aniquilar a los judíos; era "parte de la cultura" que la mujer fuera esclava del hombre; era “normal” que los negros fueran considerados inferiores a los blancos. Sencillamente no tienen más argumento que reconocer su afición por la violencia y la sangre, pues ni económica, política ni legalmente tiene sustento su insano gusto por dañar a animales que dicen criar con amor. También me llama la atención que en su desesperada búsqueda de argumentos comiencen a descalificar y a agredir a los que nos oponemos a la tortura, lo cual reafirma que la violencia que ellos infringen a los animales eleva las posibilidades de transmitirla a los humanos, corroborando los estudios que señalan que detrás de cada mente criminal que hay en las cárceles, se encuentra una mente que desde temprana edad maltrata a los animales. Así que fomentar ese tipo de actos no hace más que envilecer a la sociedad en conjunto ¿por qué en otros países de primer mundo está estrictamente prohibidas las corridas de toros, peleas de gallos, peleas de perros, por ejemplo? La ola de violencia en México nunca se va a acabar si no acabamos con actos que la promuevan, y uno de esos actos son las corridas de toros y la huamantlada.

 Ahora, para no difuminar la energía y dar pasos certeros, copiaré textualmente la carta que en breve entregaremos a la Secretaría de Turismo Federal por los ilícitos en los que ha incurrido el Municipio de Huamantla durante la “tradicional” huamantlada debido al maltrato hacia los astados:

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ASUNTO: SOLICITUD DE SUSPENSIÓN DEL

PROGRAMA PUEBLOS MÁGICOS AL MUNICIPIO DE HUAMANTLA

EN EL ESTADO DE TLAXCALA

 

Tlaxcala, Tlax. Agosto 20 de 2012.

GLORIA GUEVARA MANZO

SECRATARIA DE TURISMO

 

COMITÉ INTERINSTITUCIONAL DE

EVALUACIÓN Y SELECCIÓN DE PUEBLOS MÁGICOS (CIES) Presente

En cumplimiento con el objeto social de nuestra organización legalmente constituida; con fundamento en los artículos 6°, 7°, 8°, 9° y 25° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; Artículo 3°, 26° Fracción V y VII, 53° de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Tlaxcala y con base en los artículos 2°, 4°, 10°, 13°, 53°, 67°, 68°, 71° de la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Tlaxcala, y demás relativos y aplicables,

 

CONSIDERANDO que:

El país transita por una ola de violencia inédita que ha trastornado la dinámica de la sociedad mexicana.

La cultura de la violencia insensibiliza a la población haciendo lo deleznable parte de la cotidianeidad y violenta el pacto social que conformó nuestra Nación.

El maltrato a los animales constituye un delito según las leyes tlaxcaltecas, pero sobre todo, representa la inmoralidad y la poca empatía hacia las especies con las que cohabitamos.

En las Reglas de Operación del Programa de Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo se señala como uno de los objetivos “Que el turismo local se constituya como una herramienta del desarrollo sustentable de las localidades incorporadas al programa, así como en un programa de apoyo a la gestión municipal”.

El desarrollo sustentable no se entiende si no hay armonía entre el lucro, la sociedad y el planeta (incluyendo las especies con las que cohabitamos).

Con la finalidad de evitar el maltrato a los animales, en 2003 el Congreso Local aprobó la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Tlaxcala, la cual señala con claridad en su décimo artículo:

Artículo 10. Los ayuntamientos en el ámbito de su competencia, aplicarán las disposiciones de esta ley y tendrán las facultades y obligaciones siguientes:

[…] VII.- Evitar en los animales cualquier acto de crueldad, tormento, estrés, sobreexcitación y escándalo público; […]

El Comité Interinstitucional de Evaluación y Selección de Pueblos Mágicos (CIES) es el encargado de determinar si un Municipio puede o no ingresar al Programa de Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo.

Hago de su conocimiento para su debido cause los siguientes

 

HECHOS

Cada año durante la Feria Municipal en Huamantla, Tlaxcala, se realiza el evento denominado “HUAMANTLADA” el cual consiste en soltar más de 20 toros de lidia en calles acondicionadas para que la gente los estrese y humille. Cabe señalar que en promedio hay un muerto y varios heridos cada año debido al exceso de alcohol que han ingerido quienes saltan de los burladeros hacia la calle donde se encuentra el toro.

La HUAMANTLADA ha servido para promover la cultura de violencia y maltrato a los animales, lo cual contraviene la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Tlaxcala pues cientos de personas fustigan a los toros, lo cual viola flagrantemente el artículo décimo de dicha Ley.

La HUAMANTLADA, también conocida como “La cantina más grande del mundo” daña la imagen del Municipio pues ha servido para fomentar el consumo desmedido de bebidas embriagantes lo que genera más violencia contra los animales, pues personas eufóricas por el efecto del alcohol les escupen, les arrojan todo tipo de objetos, les lastiman su rabo y cuernos hasta desprendérselos, lo cual les genera un dolor indescriptible. Todo lo anterior con el beneplácito del Ayuntamiento de Huamantla y el Gobierno del Estado de Tlaxcala, pues se ha convertido en un suculento negocio, ya que cada año las principales cerveceras de México se disputan la exclusividad de los permisos. Es decir, con el sufrimiento de los toros, se lucra sin ningún límite y de todas formas posibles, desde las autoridades hasta la iniciativa privada.

Ante eso, consideramos que no es correcto que un Municipio que viola la Ley y promueve la violencia como Huamantla cumpla con los objetivos del Programa Pueblos Mágicos, pues no puede haber desarrollo sustentable si se maltratan a los animales; por lo que

SOLICITAMOS

ÚNICO. Se elimine del Programa Pueblos Mágicos al Municipio de Huamantla en el Estado de Tlaxcala por contravenir la esencia y objetivos de dicho programa y por violar la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Tlaxcala.

Todo el Estado de Tlaxcala tiene un gran potencial turístico. Huamantla con sus paisajes de ensueño, su tradicional “Carrera de Carcachas”, la imperdible “Noche que nadie duerme”, su gastronomía simpar, sus calles coloniales, haciendas y monumentos históricos son claros ejemplos de la belleza y estandarte de un Pueblo Mágico. La violencia contra otras especies no puede ser motivo de orgullo y menos para cumplir como destino turístico, pues si así resultase, habríamos fracasado no sólo como anfitriones, sino como especie.

                  Como anexo y respaldo, acompaño esta respetuosa solicitud con el nombre y firma de cientos de personas que respaldan esta petición, la cual busca que el Ayuntamiento de Huamantla y el Gobierno del Estado de Tlaxcala acaten la Ley y eviten el maltrato hacia los animales. Por su atención y pronta respuesta, gracias.

"2012 año internacional de la energía sostenible para todos"

Fraternalmente

Fundación para el Desarrollo Sustentable de la Juventud AC.

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Nuestra petición busca dar los primeros pasos contundentes en la defensa de los animales, todo aquel que se quiera sumar es bienvenido, pues somos la voz de los que no pueden hablar. Los tlaxcaltecas debemos avanzar hacia el s. XXI en todos los aspectos, el Medioevo quedó atrás. Hay que analizar si lo que la gente busca en la Huamantlada es beber y convivir o ver a los toros, si es una cuestión para socializar, se puede hacer sin necesidad de que un pobre animal sufra, algo así como el OktoberFest de Alemania, pero que no se torture a ningún animal y que no hayan humanos destripados por las calles. Agradezco a las organizaciones locales, nacionales e internacionales que se han sumado a lo que denominamos The International Alliance for the Animal Welfare of Tlaxcala (La Alianza Internacional por el bienestar de los Animales de Tlaxcala) pues no descansaremos hasta que se rectifique y se cumpla la ley porque sabemos que por fortuna el humano siempre puede rectificar. Fomentemos una cultura de paz, respeto y tolerancia. Que la tradición y la costumbre sea la de compartir las bellas artes, la historia, la gastronomía, el náhuatl, no la violencia. Que nadie piense que la economía de Tlaxcala depende del maltrato animal. Que las autoridades construyan rastros de calidad. Los tlaxcaltecas tenemos muchísimo que ofrecer al mundo. La historia de nuestro pueblo es milenaria, la huamantlada es una idea mal copiada que no debe sustituir la verdadera esencia de Tlaxcala, no caigamos en la falacia de que sólo hay un camino. No porque se haya hecho algo mal durante un tiempo tenemos que seguir haciéndolo por siempre.

(El autor es  Presidente Fundación Liderazgo Joven)

rafa.salas@liderazgojoven.com