Dicen que a Napoleón le gustaba decir: "cuando el albañil canta, la nación avanza".

Y es cierto... Bueno, no sé si lo que decía el general, pero lo que sí me consta, es que el estado de ánimo de los trabajadores de la construcción es el mejor termómetro para entender la salud social y la calidad de la economía de cualquier lugar.

Cada día, millones de mexicanos salen a trabajar en alguna de las actividades que conforman la cadena productiva de la industria de la construcción.

Olvidémonos por un momento de lo que representa esta industria en término de puntos del PIB (Producto Interno Bruto), inversiones o el mero número de empleos y dediquemos nuestra atención a entender lo que una pandemia como la que tenemos encima puede representar para la calidad de vida y las oportunidades de futuro de todos estos mexicanos.

Habría que empezar por entender que gran parte de estos trabajadores ni son oriundos ni viven en las ciudades en que trabajan, son mexicanos que dejan sus lugares de origen debido a la falta de oportunidades, para salir a buscar la vida en aquellas ciudades que ofrecen la promesa de fuentes de empleo al alcance de su preparación.

Y es que muchos de ellos han padecido desde siempre esa falta de oportunidades, lo que evidentemente los ha mantenido en la pobreza y, en muchos casos, les ha impedido estudiar o continuar con sus estudios hasta conseguir certificados que les permitan buscar trabajos menos pesados.

Llegando a la tierra de la gran promesa; la ciudad, los trabajadores de la construcción, después de mandar lo que ganan a sus lugares de origen, que es donde están sus familias, encuentran todo tipo de dificultades económicas, lo que en la mayoría de los casos les impide poder pagar una renta y los obliga a mal comer.

Y así de pronto para ellos la obra representa más que solo un trabajo, es, un refugio, por muy austero que sea, en que pueden dormir y tener acceso a un comedor, servicio médico, educación.

Hay historias sensacionales de albañiles que llegaron a la obra sin saber hablar español, para encontrar, además de trabajo, y gracias a la fundación Construyendo y Creciendo, una oportunidad de estudiar que les permitió aprender a hablar y escribir español, para de ahí seguirse hasta terminar primaria, secundaria e incluso preparatoria.

No es tema menor la construcción... Es un motor de desarrollo económico y social que da trabajo y oportunidades a millones de mexicanos en prácticamente todas las regiones del país.

Por eso es tan preocupante ver que esta industria pare... Porque más allá de lo que significa como indicador del PIB, representa, en toda la extensión de las palabras, la forma de vida de millones de familias que no pueden prescindir ni de ese ingreso, ni de la seguridad y servicios sociales que les incluye.

Es evidente que ante esta emergencia la prioridad es la salud... La salud y la operación de las actividades llamadas esenciales, que para poderse mantener activas implican seguir una serie de protocolos de seguridad.

La pandemia le va a pegar muy duro a la economía y va a ser especialmente cruel con los grupos más vulnerables, entre los que desafortunadamente hay que considerar a la base de los trabajadores de la construcción.

El reto será mitigar este impacto y crear condiciones que permitan que la construcción pare lo menos posible y retome el paso aceleradamente una vez que la emergencia quede atrás.

No son decisiones fáciles, porque implican entender un sistema de sistemas. Porque la construcción tiene que ver con cerca de 40 ramas de la economía, y para poder operar necesita, con oportunidad y suficiencia, insumos de índoles tan diversas como cemento,acero y vidrio, o pinturas, maderas y materiales eléctricos.

Evidentemente no es solución para esto la decisión de solo mantener activas las obras en los proyectos más emblemáticos de esta administración, como son el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o el Aeropuerto de Santa Lucía, porque para que en ellas se puede trabajar, se necesita que trabajen también las industrias que deben suministrarles materiales y todo tipo de servicios.

La prioridad, insisto, es la salud, pero sin olvidarse de proteger los empleos y esto tiene necesariamente que ver con dar todo tipo de apoyos a las empresas del sector para que puedan mantener liquidez y viabilidad.

Mandar a su casa a los trabajadores de la construcción tendría un efecto terrible en las economías del país, las empresas y esas familias, pero tendría también un impacto social enorme.

Ojalá se encuentren los equilibrios para parar lo que se tenga que parar, cuidando en todo momento la salud, pero también la estabilidad económica de los grupos vulnerables.

Si no es así, a la enorme ola con que nos está golpeando la pandemia, seguirá un tsunami económico que tendría costos enormes para todos, pero, como siempre, sobre todo, para los más pobres.

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.

@horacio_urbano