En Monterrey solo hay dos clases de personas: las que le van a los Rayados del Monterrey o aquellas otras –las que en mi opinión viven en el error– partidarias de los Tigres de la UANL.
Los seres humanos que residen en la Sultana del Norte y simpatizan con otro equipo de futbol, o con ninguno, simple y sencillamente no existen. Viven en el ostracismo e inclusive en el limbo donde no hay conciencia de lo que sí importa.
Soy Rayado, mi hijo es Tigre. De mis dos nietos mayores, uno prefiere al equipo financiado por FEMSA y el otro al patrocinado por CEMEX.
Mi hija apenas empieza a entender la ciudad. Antes, ella no tenía una idea bien acabada de las cosas verdaderamente trascendentes en su comunidad. Pero hoy que su niño crece y se ha aficionado al futbol ha tenido que interesarse en el juego que, la verdad sea dicha, es más opio del pueblo que la mismísima religión.
Soy Rayado pero no fanático y no he perdido la objetividad. Ayer sábado los Tigres jugaron mejor y debieron derrotar al Monterrey. No ocurrió así porque el árbitro Francisco Chacón hizo trampa.
El entrenador de los Tigres, Ricardo El Tuca Ferreti, estalló en un gran berrinche. Acusó al árbitro de estar vendido y lo expulsaron. Después, acosado por un periodista majadero y arrogante El Tuca explotó de nuevo, ahora en una conferencia de prensa.
Comprendo a El Tuca: lo robaron y se enojó. Supongo que ahora el propio Ferreti y los aficionados de los Tigres ya entienden el plantón de 2006 de Andrés Manuel López Obrador en las avenidas Reforma, Juárez y Madero y en el Zócalo de la Ciudad de México.
AMLO y sus seguidores estábamos muy enojados porque Felipe Calderón –con la complicidad de los grandes empresarios, del PRI y de Los Pinos– se robó las elecciones.
¿Queremos que ya nadie estalle furioso después de los juegos de futbol? Tan sencillo como que los árbitros dejen de ser tramposos.
¿Nos interesa que desaparezcan los conflictos después de las elecciones? Tan fácil como evitar la puta costumbre –cito un tango– del fraude electoral.
El problema es que las prácticas abusivas no se van a ir del futbol ni de los procesos electorales.
Este año veo cuatro elecciones en riesgo, que podrían anularse: Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca y Quintana Roo.
Dependerá de los árbitros, esto es, del INE, las OPLES y los tribunales electorales, que las cosas no se salgan de control.
A dos semanas de las votaciones, llegó la hora de que los árbitros empiezan a sacar tarjetas de amonestación y de expulsión a los candidatos y partidos que se están portando mal.
Pero, ojo, las expulsiones deben castigar a quienes juegan sucio, no como en el Tigres-Rayados que el sancionado fue Juninho, el capitán de los felinos que no hizo nada indebido.