Los símbolos tienen peso y representan todo aquello que les ha dado origen. Para concentrarse, la nueva marcha convocada por Javier Sicilia pudo haber encontrado un sitio adecuado en la Ciudad de México como en 2011, Ciudad Universitaria. Allí, miles de personas se congregaron en apoyo y acompañamiento a su justificada causa. Entonces, la Orquesta de la Escuela Nacional de Música y coros, de manera voluntaria y espontánea, interpretaron el bello y doliente Requiem de Mozart.

Pero no, en 2020 Sicilia ha optado por la “Estela de Luz” como punto de concentración previo a la caminata al Zócalo, el símbolo de la corrupción del gobierno de Felipe Calderón, el artífice de la “guerra contra el narco” y responsable de las decenas de miles de muertes, desaparecidos y desplazados, el jefe directo del ejecutor de esa guerra hoy preso en Estados Unidos. Hasta este execrable “monumento” sin contenido social y sin sentido artístico o estético -edificado para celebrar el Bicentenario de la Independencia de México, en realidad para lucrar-, llegará la marcha proveniente de Morelos el sábado 25 de enero. Los organizadores anuncian para ese día un “acto cultural” de las 12 a las 19 hrs.; se ignora el contenido y los participantes del mismo. El domingo 26 saldrán de la “Estela de Luz” al Zócalo a las 9 de la mañana.

Los protagonistas, Javier Sicilia y Adrián Lebarón y su familia, secundados por personajes oscuros como Álvarez Icaza, han dicho que la marcha no es contra el gobierno de López Obrador, que quieren que este los entienda y reciba en Palacio Nacional. El presidente ha dicho que no los recibirá para evitar un “show” y proteger la investidura presidencial.

Pero si se observa el comportamiento político de esos tres nombres, Sicilia, Lebarón y Álvarez a partir del 2011, se verá que ha sido contrario a las posturas del hoy presidente a pesar de las intenciones conciliatorias de este. A ambos les ofreció, por ejemplo, candidaturas para el congreso en 2012; las rechazaron. Por otra parte, la marcha de 2020 encaja en el contexto de la oposición mezquina y obstinada (que AMLO llama “moralmente derrotada”) que busca socavar al actual gobierno incluso con la mentira. Resulta muy difícil a estas alturas aceptar el argumento de que Sicilia sea un hombre bueno e inocente, ingenuo, empujado por los medios. Sabe bien lo que hace y asimismo sus aliados.

¿Pero a qué “show” se refiere López Obrador? A los gritos irrespetuosos, a los besos y escapularios de Sicilia, al juego con el EZLN, a la farsa del Castillo de Chapultepec cuando el poeta católico legitimó al gobierno de Calderón, a los distintos encuentros entre estos dos que minaron y acabaron por diluir en gran movimiento que se había levantado y que el 8 de mayo de 2011 llegó al Zócalo. Día en que Sicilia se encargó de separar el apoyo que había congregado en torno a la causa justa. Cuando el Zócalo pletórico gritó al unísono: “¡Fuera Calderón, Muera Calderón!”, el activista lo silenció. Ahí empezó su debacle que se confirmaría en la farsa, en el “show”.

Después del Zócalo el 8 de mayo de 2011, la gente continuó sintiendo el dolor de la causa y el clamor de justicia y paz, pero retiró el apoyo a Javier Sicilia; dejó de creer en él, su movimiento y sus respaldos políticos. Por eso hoy, no obstante ser justa la causa, la marcha no cuenta con apoyo popular; este está en otra parte. Está en favor del gobierno electo democrática y masivamente en 2018 que tiene un plan en desarrollo contra la inseguridad y la violencia. Por eso, de esa gente que en 2011 acudió en decenas de miles al recorrido de la marcha, al Zócalo, a Ciudad Universitaria, hoy, 2020, pocos querrán estar en la “Estela de Luz”.

P.d. Por el bien de México, el grupo en torno a Sicilia tendría que reunirse no con el presidente sino con el gabinete de seguridad para avanzar desde el punto de vista técnico en sus demandas.