La gestación es un período de formación de un organismo, durante esta fase transitoria, puede que siga madurando y nazca o que por diversas razones se trunque su nacimiento. Futuro 21, es la apuesta para hacer frente a Morena y al Presidente López Obrador, para aglutinar a la oposición que está en contra del proyecto transformador de la Cuarta T.

¿Cómo pueden ser oposición los integrantes de esta plataforma política "Futuro 21"? Los que hoy gestan esta alianza son personajes que provienen de los partidos políticos, que precisamente fueron todo, menos oposición al régimen que se derrumbó en 2018 con la insurgencia cívica en las urnas.

Empecemos por el vehículo principal que necesitan para nacer: El registro del PRD, dicho partido perdió en 10 Estados el registro y fue el principal impulsor del Pacto por México; que en los hechos representó la disolución de facto, del contrapeso que ejercería el Poder Legislativo a las decisiones del Ejecutivo y que con su sometimiento, se garantizó el apoyo las reformas estructurales del Peñanietismo; el PRD un partido sin presencia en las cámaras y que traicionó su origen, para mimetizar al PRI, terminó en alianzas con la derecha representada por el PAN, y lo llevó a la pérdida de identidad partidaria. Ni hablar del Revolucionario Institucional, fracturado luego de su elección interna; el otrora partido de Estado y del carro completo, viene del sexenio más cuestionable de su historia reciente y llega al inicio del Gobierno de AMLO intentando sobrevivir como oposición, participando de esta nauseabunda alianza con el Partido de la Revolución Democrática, que nació en su momento para combatirlo. Y el PAN, la derecha atomizada sin sus principales figuras y mermado por la falta de credibilidad; está enterrando las decisiones, que llevaron durante los dos sexenios que gobernó a nuestro país, a la peor crisis de gobernabilidad; se lava la cara para lucir más presentable, luego de pegarle al avispero en 2006.

Mención aparte merecen el PANAL ya sin registro y en la orfandad de la maestra Elba Esther, el turquesa trae consigo al impresentable Gabriel Quadri, con menos votos para su candidatura, que los nulos, en la elección presidencial de 2018, sin calidad moral, por desaparecer del mapa del progreso del País a Oaxaca, Chiapas y Guerrero, llega en busca de supervivencia para ahora sí, ser oposición.

Y claro ¿alguien recuerda el nombre del partido local en el Estado de México que no alcanzó a salvar su registro? No. Bueno, ese también. Y para cerrar estas honrosas menciones, uno que otro independiente (del pueblo) y como organizaciones de la sociedad civil, algunos impulsores y aprendices de oposición y movilización callejera; sí, los de la fracasada marcha Fifí, que hay que decir, son lo más representativo de la misma política que integra este bloque opositor: "Los chalecos amarillos" .

Los no natos que deberían estar en reposo ante la posible amenaza de aborto, no tuvieron la fuerza necesaria para construir un partido político desde abajo, con asambleas constitutivas y miles de firmas para su adhesión; calcularon no sólo que no podrían, sino que, eso los obligaría a ir solos en las elecciones intermedias para conservar su registro y optaron por el camino fácil: El PRD (en medio de una crisis económica) les cedería su registro abriendo "Puertas y ventanas" a más desvalidos opositores, para que sumen su prestigio y enfrenten juntos al "Caudillismo" del Presidente AMLO.

Pero, en este organismo los órganos que están gestando la vida del Frankenstein, están enfermos de origen, por eso el riesgo de abortar, como le sucedió a México Libre, la organización política que pretendió ser vanguardia opositora y falló, con todo y el comandante Borolas a la cabeza.

El diagnóstico de este organismo patológico es el de una enfermedad incurable: La corrupción. Quizá nazca y sabremos si tendrá un tiempo de vida razonable o nazca muerto. Los intereses que persiguen estos personajes, son los mismos que los llevaron a ser partido y gobierno: Los cargos, los negocios al amparo del poder y tener una vida a costa del erario público. Su insolvencia moral y política los condena al fracaso. Sus contradicciones internas y la etapa terminal en que se unen, nos da una certeza, ni en sus tiempos de mayor fortaleza pudieron (Todos Unidos Contra López Obrador) en esta coyuntura de desventaja, menos. Esto nos lleva a una conclusión: Todo es culpa de AMLO.