Nadie apuesta al fracaso, a no ser que se beneficie directamente de ello, aquí surge un nombre: Raül Salinas de Gortari y el triste recuerdo de CONASUPO

Nada positivo resulta el anuncio que realizó el lunes pasado el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, acerca de regresar a los “precios de garantía” para el campo mexicano y para los productores de cultivos básicos como maíz y frijol entre otros.

 

La historia habla de que los precios de garantía que operaba la Compañía Nacional de Subsistencias Populares, mejor conocida y recordada como CONASUPO, derivaron en graves problemas de corrupción, ineficiencia, limitación y estancamiento para los campesinos y tuvieron un efecto negativo en la economía nacional, porque el subsidio terminó en deuda pública y mayores importaciones de maíz, sorgo, frijol y hasta trigo.

Durante algún tiempo la fracasada CONASUPO cumplió con el proyecto social de incorporar a los campesinos dedicados al cultivo de productos básicos en la economía nacional, hasta que Carlos Hank González armó un inmenso negocio que terminó como botín de una serie de funcionarios públicos y, posteriormente, en los más grandes escándalos de la época, así como en la monopolización de los productos por parte de algunas empresas que surgieron al amparo de funcionarios de aquella paraestatal.

 

La última administración de CONASUPO, en el sexenio de Carlos salinas de Gortari, fue la peor, la más corrupta y donde se generaron escándalos de epopeya.

Salinas nombró director de CONASUPO a Ignacio Ovalle, el mismo flamante funcionario que AMLO designó como director de la “nueva CONASUPO”, la llamada Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX).

En su flamante equipo como director de CONASUPO, “Nacho” Ovalle, nombró director de Finanzas a Enrique Jiménez Espriu, hijo del actual secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriu, que fue sustituido por Julio César Ruiz Ferro quien se convirtió posteriormente en gobernador interino de Chiapas.

Como director de Planeación, Ovalle designó a Raúl Salinas de Gortari, el famoso hermano incómodo, que antes fue director de Distribuidora CONASUPO.

En la dirección Comercial, colocó a Juan Manuel Pasalagua Branch, excuñado de Raúl Salinas y quien estuvo en prisión por corrupción. Otros nombramientos del clan fueron: Salvador Giordano Gómez, director de Maíz Industrializado Conasupo (Miconsa); y Guillermo Knockenhauer, director de Filiales.

 

En septiembre de 1989, Proceso informó sobre el involucramiento de Raúl Salinas de Gortari en la importación de 500,000 toneladas de semilla de maíz cancerígeno provenientes de Estados Unidos, mismas que fueron destinadas al consumo humano. Incluso, en el vecino país del norte, una buena parte de ese lote fue enterrado bajo condiciones de seguridad, la otra parte, la compró Raúl Salinas utilizando a CONASUPO.

En marzo de 1990, cuando Raúl era ya director de Planeación, Proceso, en su número 698, informó sobre las desmesuradas importaciones de leche en polvo efectuadas por la CONASUPO, lo que convirtió a México en el principal comprador de leche en el mundo, causando la ruina de muchos ganaderos.

Fue cuando apareció el famoso escándalo de la “leche radioactiva” que se compró a la empresa Irish Dairy Boad, la cual en México estaba representada por uno de los “compadres” de Raúl Salinas, Enrique Rivera. Este lote radioactivo salió a la luz luego de que, alumnos de la escuela Antón Lizardo de Veracruz, ingirieran esta leche y al menos uno tuvo consecuencias letales.

Este mismo “bróker”, compadre del hermano incómodo, también representó a una empresa californiana que comercializó un “frijol chino” que no servía ni de forraje ni para consumo humano, pero CONASUPO lo compraba.

En julio de 1992 estalló la llamada “Guerra de las tortillas”, entre quienes aún producían ese alimento mediante el nixtamal y los que utilizaban harina de maíz, el beneficiado resultó el industrial regiomontano Roberto González Barrera, dueño de Maseca, consuegro de Carlos Hank González y amigo de la familia Salinas. Hoy el Grupo Maseca/Banorte comandado por el nieto de González Barrera y de Carlos Hank es uno de los beneficiados de la 4T.

Raúl Salinas de Gortari permitió la importación de miles de toneladas del maíz para consumo animal, mismo que se destinó al consumo humano, en tanto que la producción nacional, maíz de primera calidad, era también adquirido por la CONASUPO, pero se entregaba a Maseca con precios subsidiados.

Antes, en 1976, el presidente José López Portillo nombró a Ignacio Ovalle director general del Instituto Nacional Indigenista (donde conoció al hoy presidente) y, al año siguiente, asumió la coordinación del programa Coplamar (Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados), creando enseguida el Sistema Coplamar-Conasupo.

¿Qué se puede esperar de Ignacio Ovalle, si fue un personaje clave en las dos administraciones más corruptas de la historia de México, la de José López Portillo y la de Carlos Salinas de Gortari?

Lo que podemos esperar es que repita la gestión que lo marcó en CONASUPO cuando, de la mano de Raúl Salinas, favoreció a consorcios tipo Maseca.