Los hechos ocurridos el pasado 21 de Octubre en el municipio poblano de Ajalpan, me hicieron recordar la obra teatral ?Fuenteovejuna?, de Lope de Vega escrita en el siglo XVII. ¿Pero de qué trata Fuenteovejuna? Es un drama que narra el asesinato de un representante de la corona española, el cual constantemente abusa de la comunidad de ?Fuente Ovejuna?. Los pobladores cansados de esta situación, deciden tomar la justicia por propia mano. La apoteosis de dicha obra, llega cuando la corona intenta dar con el culpable de la muerte del Comendador abusivo, pues nadie, sin importar que fuera sometido a tortura, delata a los participantes del homicidio.

El miércoles pasado, un par de hermanos que se desempeñaban como encuestadores fueron brutalmente asesinados, debido a que los pobladores de Ajalpan los confundieron con ?robachicos?. La policía municipal intervino, trasladando a los encuestadores, que previamente habían sido golpeados, a la presidencia municipal. Posteriormente, los pobladores exigieron a las autoridades que entregaran a los ?Secuestradores de niños?; ante la negativa, los lugareños irrumpieron en el palacio municipal. Los efectivos policiacos se vieron rebasados en número por un amplio margen, lo que derivó en la muerte de los hermanos José Abraham y Rey David Copado Molina. La historia es trágica: Los hermanos se identificaron como encuestadores, pero a la multitud enardecida no le importó, pues los asesinaron a golpes, para después rociarlos con gasolina y posteriormente prenderles fuego.

Esta no es la primera, ni será la última vez (por desgracia) que ocurre un acontecimiento como este en México. Recordemos los hechos ocurridos en el también poblano municipio de San Miguel Canoa en 1968, en los que 5 trabajadores de la BUAP fueron masacrados por los lugareños.

Y cómo olvidar a los agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), que fueron linchados en el año 2004, por pobladores de San Juan Ixtayopan en la delegación Tláhuac. En ambos casos los asesinados fueron confundidos con robachicos.

Pero, ¿qué es lo que hace que un ciudadano común se convierta en un homicida? De entrada, las barreras de la individualidad sucumben ante la colectividad. El individuo deja de ser un ciudadano enojado, para formar parte de una multitud iracunda, que habrá de ?impartir justicia? de manera arbitraria. Es en este punto, que no debemos de perder de vista que el enojo y la indignación de los pobladores, pueden ser legítimos, pero jamás justificarán un acto de barbarie como este. En México el secuestro creció un 689% entre 2004 y 2014, y de Enero a Marzo de este año, se registraron 8,845 homicidios, 340 secuestros y más de 1300 extorsiones; por lo que no se descarta, que esta población puede haber padecido con anterioridad los embates de la delincuencia.

Por medio del Hashtag #Toleranciacero, la página de Facebook ?Denuncia Ecatepec?, promueve y justifica linchamientos. En esta página se pueden leer crudas historias, como la de los pasajeros de una combi, que sometieron a un asaltante y decidieron cegarlo para que no los reconociera. De nueva cuenta podemos observar como un ciudadano común, decide actuar bajo el cobijo de la colectividad. Este ciudadano optó por impartir justicia al estilo ecatepequense, tomó una varilla de fierro e intentó sacarle los ojos a su agresor, para después ir a trabajar como si nada hubiera pasado.

Todos los casos que he mencionado tienen un elemento común: No alteraron el sistema político, el entramado institucional, la legislación o la forma en que el Estado procura e imparte justicia. Todo siguió igual, excepto que el pueblo que antes era víctima, pasó a ser victimario.

La justicia según Ulpiano, es darle a cada quien lo que le corresponde, y considero que todos merecemos un juicio justo, un juez imparcial y una sentencia que vaya a acorde a nuestra falta. Nadie merece morir en manos de una turba enfurecida, sin importar lo que haya hecho.

Cualquier linchamiento, no importando si el asesinado es culpable o inocente, debe llevar a la sociedad mexicana a un periodo de reflexión, que derive en cambios que impacten favorablemente en la sociedad misma y en las instituciones.

Espero que esto llegue pronto, y no sigamos viviendo en un País en el que preferimos la salida fácil y ominosa, a la solución civilizada y con apego a la ley.

Exijamos mejores policías y ministerios públicos, y no que se le otorgue la facultad de decidir sobre la vida y muerte de un ser humano, a una multitud que se deja llevar por sus emociones, y no por la razón.

Julio Santana Aquino

Ciencia Política y Administración Pública de la UNAM