Quizá la quiebra económica llevó al suicido a L'Wren Scott, novia de Mick Jagger. Debía alrededor de 6 millones de dólares porque su empresa de moda, LS Fashion LTD, simplemente no generaba utilidades. La bella mujer se ahorcó.
Un financiero de Phoenix, Michael Marin, tomó una pastilla de cianuro frente a muchas personas. Lo hizo durante un juicio, exactamente cuando se le declaró culpable de haber incendiado su casa. Murió muy rápidamente, envenenado. En su cuenta bancaria solo tenía 50 dólares ?llegó a tener 900 mil? y no podía pagar una hipoteca.
En Santiago, el empresario Francisco Humberto Espejo Gutiérrez, propietario de una fábrica de zapatos, se suicidó con una pistola. Estaba deprimido porque su empresa ya no funcionaba.
Un inversionista de Antioquía, Jorge Hernán Echeverría, se disparó en la cabeza por no poder superar sus problemas económicos.
Son conocidas las historias de los ricos que, durante la llamada Gran Depresión, imitando a los Niños Héroes se lanzaban al vacío desde los grandes edificios de Nueva York por haber perdido sus fortunas.
Aunque la leyenda habla de numerosos suicidios de ese tipo, en opinión de algún estudioso de la Gran Depresión solo cuatro de 100 suicidios registrados por el New York Times fueron saltos al vacío relacionados con la crisis. En esa época, otros ricos en bancarrota no se suicidaron saltando, sino recurriendo al gas o a las armas de fuego.
En fin?
Los ricos quizá no se suicidan si pierden a un hijo, pero si se quedan sin dinero hacen lo que sea para quitarse la vida. En la sociedad de consumo tiene más valor el patrimonio que la familia, ni duda cabe. El maldito dinero que nada vale, en realidad es más apreciado que cualquier relación afectiva.
El que se ha suicidado, por lo pronto en términos financieros, es el empresario Francisco Aguirre, de Radio Centro.
El señor Aguirre a lo puro pendejo ha perdido 415 millones de pesos que consiguió a un costo elevadísimo. Con ese dinero se inscribió en una licitación en la que, de plano, no tenía ninguna posibilidad de hacer nada.
Javier Tejado Dondé, especialista en telecomunicaciones cercano a Televisa, ha dicho en un artículo publicado en El Universal que Francisco Aguirre para conseguir el crédito que le permitiera participar en la licitación por la TV ?puso en prenda sus oficinas corporativas y algunas de las valiosas concesiones de radio en el DF?.
Ya perdió Aguirre los 415 millones de pesos y, como afirma Tejado Dondé, todo apunta a que también perderá sus radiodifusoras. Probablemente la van a pasar mal periodistas de prestigio que conducen informativos en Radio Centro, como Jacobo Zabludovski, Guadalupe Juárez y Sergio Sarmiento.
Ni hablar, es que Francisco Aguirre ya tenía deudas muy elevadas, de más de mil millones de pesos. Debe dinero inclusive a la Sociedad de Autores y Compositores.
Para algunas personas, 415 millones de pesos no serán gran cosa, pero representan cinco veces las utilidades (85 millones) que la empresa de Aguirre registró durante 2014.
¿Por qué Aguirre actuó tan irracionalmente? Si no tenía los 415 millones para registrase en la licitación, menos aún los 3 mil 58 millones de pesos que ofreció por una de las nuevas cadenas de televisión abierta, y muchísimo menos iba a poder juntar los mil millones de dólares que se necesitan para montar y operar más o menos decentemente un canal de TV capaz de competir a nivel nacional con los monstruos Televisa y TV Azteca y con el nuevo participante, Grupo Imagen, de Olegario Vázquez Aldir.
Francisco Aguirre intentó algunos trucos, bastante vulgares, para quedarse con la concesión de TV sin poner dinero: que se lo prestara el gobierno, ¡para pagarle al propio gobierno!; que le dieran todo el periodo de la concesión para pagar en abonos mensuales los 3 mil millones de pesos; que alguien inmensamente rico lo financiara a cambio de nada?
Fracasó, más que por aventurero, por loco. Debe estar ahora muy deprimido. No lo digo como broma ni por ganas de joder por joder. Si yo fuera pariente suyo le proporcionaba atención psiquiátrica, y mientras los tratamientos hacen lo suyo, evitaba llevarlo a edificios altos y lo mantenía permanentemente vigilado y desde luego alejado de cualquier cosa que pudiera el señor Aguirre utilizar para causarse un daño a sí mismo.
Ha perdido dinero, perderá sus estaciones, perdió todo su prestigio. No importa. A pesar de su edad, si aprende la lección Francisco Aguirre puede todavía reinventarse y construirse una nueva personalidad exitosa y hasta rehacer su patrimonio.
La verdad de las cosas es que nunca nada es para tanto.