El empobrecimiento es un sistema de opresión que debe ser destruido, transformado en paz y justicia. La pobreza es una virtud cuando se elige como estilo de vida. La diferencia entre el empobrecimiento y la pobreza elegida es la libertad, la capacidad que tiene la persona de decidir entre una vida de austeridad y tener que padecer una vida de carencias.

Una persona empobrecida no tiene acceso a los servicios básicos para sobrevivir. Una persona pobre decide usarlos de manera moderada, aunque sabe que en caso de una emergencia puede acceder a ellos.

El empobrecimiento causa muerte, la pobreza elegida es una austeridad que fomenta fertilidad, es decir, vida, porque permite disfrutar de lo poco y compartir lo sobrante.

El empobrecimiento, de acuerdo a Marx es una superestructura que condiciona a las personas que nacen en ese contexto a una vida llena de miseria. Incluso en las definiciones más liberales de la pobreza extrema (como también se confunde a los empobrecidos), se reconoce la imposibilidad del individuo para salir adelante, por sus propios medios, de aquel ambiente de ausencias de lo esencial.

La pobreza, la austeridad, la medianía, la suficiencia, es una virtud que está presente en las grandes teologías revolucionarias de las religiones del Libro. Islam, Judaísmo y Cristianismo comparten la pobreza como virtud aunque, en el caso cristiano, la teología de la prosperidad confundía el nacer empobrecido con la oportunidad de llegar al paraíso si se resignaba la persona a cargar aquella “cruz” por la que nunca le preguntaron.

La pobreza es virtud cuando se elige, es decir, cuando se tiene la posibilidad de renunciar a las riquezas, la fama, la vanidad y todo aquello que podría entorpecer el crecimiento de cualquier espíritu. El empobrecimiento es un cáncer sistémico que debe eliminarse porque la persona que nace dentro de aquel sistema, per se injusto, no puede elegir, se encuentra en la disyuntiva de comer o alimentar a su familia, de trabajar jornadas esclavizantes o ver morir a los suyos de una enfermedad de fácil tratamiento.

La persona que vive pobremente por elección, es un ejemplo y un desafío al discurso neoliberal que apela a la acumulación y al exceso. La persona que vive en pobreza, es un ejemplo perfecto del discurso neoliberal que, a causa de la acumulación y exceso de unos cuantos, otros se quedan sin lo básico. Miles de millones mueren todos los días para que unos cuantos puedan vivir en la ilusión del poder y los bienes innecesarios.

Galeano llamaba a los empobrecidos “Los nadies”; Franz Fanon, “Los condenados de la tierra”; Lourdes González-Luis, “Los sin tiempo, sin espacio” y el Papa Francisco ha denominado otra clase de marginación: Las “periferias existenciales”. Ahora el mundo del cine les llama “Parásitos” para no faltar a su vocación provocativa.

Desde Diógenes, Sócrates, Francisco de Asís, Gandhi, Charles de Foucauld, José Mujica, etc. Personas emblemáticas han optado por una vida frugal, simple, sin ambiciones materiales sino abstractas, enamoradas de lo imposible y demostrando que cada acto en contra del deseo placentero puede resultar más convincente y revolucionario que todo un regimiento armado. La pobreza debe ser aspiración humana, quizá la más alta y excelente, pero cuando se puede elegir, cuando se perciben sus beneficios y no es impuesta por una condición ajena a la libre determinación personal.