Ella no falló en el sismo del 19 de septiembre de 2017 cuando colapsó el Colegio Enrique Rebsamen en la demarcación que gobernaba, la de Tlalpan, en la Ciudad de México

Demostró en aquella ocasión que está hecha de valores y valor, que son los instrumentos más importantes para hacer justicia y castigar a los culpables sin que le tiemble la mano.

Valores éticos, desde luego, y valor personal para atreverse a ir al fondo de los problemas sin importar las consecuencias.

Otra vez la tragedia pone a prueba a Claudia Sheinbaum, ahora como jefa de gobierno de la inmensa y compleja capital mexicana, una de las ciudades más bellas y fascinantes del mundo, pero también, en los últimos tiempos, de las más olvidadas por quienes la han administrado.

Dinero ha habido, y de sobra, para hacer de la Ciudad de México una metrópoli amable para sus habitantes. Si está lejos de serlo se debe a que tales recursos, gigantescos, han sido mal administrados. 

En los gobiernos capitalinos ha habido exceso de corrupción, que siempre va asociada a la ineptitud, al descuido, a la irresponsabilidad y a la negligencia... en el caso que nos ocupa ahora, negligencia criminal.

Una de las últimas grandes obras públicas en la capital de nuestro país, la línea 12 del metro, realizada en el periodo de Marcelo Ebrard, pasará a la historia por dos hechos: (i) la enorme corrupción, plenamente demostrada, con que se construyó, y (ii) la tragedia que ayer 3 de mayo de 2021 costó la vida de más de 20 personas cuando se vino abajo la estructura sobre la que pasaba un vagón de tren con pasajeros.

No es politiquería, sino la verdad, decir que Ebrard fue negligente y corrupto cuando tuvo la responsabilidad, que incumplió, de diseñar y levantar una línea del metro que resultara útil y segura para los capitalinos.

Su sucesor, Miguel Ángel Mancera, sin ningún problema detectó que había habido corrupción en la línea 12 del metro. Prometió dos cosas: (i) castigar a Ebrard y (ii) reparar lo que no funcionaba y ponía en peligro a los usuarios del tal sistema de transporte.

Falló y engañó Mancera dos veces: la primera, al permitir que Ebrard se fuera a un exilio de lujo al extranjero, que le sirvió para hacer lo único que le sale bien: política; el segundo engaño del antecesor de Sheinbaum tuvo que ver con corregir la línea 12, algo que no hizo... y hoy la CDMX sufre las consecuencias.

Los dos, Ebrard y Mancera, han salido a los medios a exigir que se investigue lo qué pasó con el metro colapsado y se deslinden responsabilidades.

Claudia Sheinbaum no necesita tomarles la palabra para hacer lo correcto: le sobran valores y valor para hacerlo.

La jefa de gobierno de la Ciudad de México deberá encabezar ella misma una profunda investigación, que desde luego no puede limitarse a encontrar culpables entre los actuales funcionarios del metro, que muchos habrán hecho mal su trabajo. 

La investigación que realice Sheinbaum debe llegar al fondo de la crisis: la corrupción y la incompetencia de Ebrard y Mancera, sin importarle si uno es aliado y el otro rival del proyecto político en el que participa la gobernante capitalina.

Como nunca, hoy es absolutamente relevante el caiga quien caiga. Esta vez, para tranquilidad de la sociedad de la Ciudad de México, quienes la hicieron deberán pagarla.